Mi Dios gracias por la vida
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Cuando despertamos, lo primero que damos cuenta es saber que podemos respirar, sentir en ese momento y darnos cuenta de que estamos vivos. Surge al instante el saber que nuestra vida es una, nos cercioramos de que un día más es un día menos de nuestra existencia. Es cuando la palabra trascender mueve nuestra existencia, es cuando valoramos el por qué debemos de justificar este paso que nos llevara a fortalecer el valor de nuestro caminar. Todos los días aprendemos a conducirnos por los caminos que nos muestren, por sentido común, la convivencia sana con nuestros semejantes.
Tengo una gran admiración por las mujeres, empezando por mi madre, y me he puesto a reflexionar que desde que me concibió, empezó mi existencia, que es una extensión de ella y se manifiesta en sus hijos e hijas, en sus rasgos, en sus pensamientos, es la máxima prolongación del amor. Sin lugar a duda, es el acto de compasión más grande, al permitir que la vida fluya a través de ellas, simplemente se convierten en instrumento divino. Mi admiración y respeto a todas las madres que están dispuestas a cambiar su manera vivir, para cumplir para dar ejemplo, guiando a sus descendientes.
Nunca me cansaré de dar gracias al Señor por tener una familia, en la cual sentí en lo más profundo de mí ser, la inmensa alegría por el nacimiento de mi hija, disfruté el proceso de gestación hasta el logro de su vida. Es cuando valoras el ser padre, pero valoras aún más a tu esposa, la experiencia más inolvidable de la vida, huella imborrable que llena en lo más profundo de tu ser, y brota una gran alegría convirtiéndose en un milagro.
Qué dicha tener una familia, iniciando con la responsabilidad de formar a tus hijos bajo un clima de respeto y fomento a los valores. Preparar a los hijos para acompañar sus procesos de aprendizaje, para dotarlos de cualidades y habilidades que les permitan tener una vida honesta con conciencia social y resiliencia que les permitan enfrentar los embates de su existencia.
Hemos recibido últimamente noticias muy desagradables, en las que vemos crueles asesinatos de niños y jóvenes causados por seres humanos con grandes problemas psíquicos y de actitud, situación que nos deprime por el daño; ¿nos hemos puesto a reflexionar el origen? La riqueza de una sociedad no se mide solo por lo material, sino también por la educación, no únicamente por los conocimientos, sino también por los principios y valores que hacen a esta tierra generosa un mundo más o menos humano, situación que hoy en día urge para dar paz y armonía, para alcanzar prosperidad.
La educación de las personas inicia indudablemente en el hogar, los padres son los primeros maestros, por lo tanto ellos serán siempre los modelos a seguir. Al tomar la decisión de ser padres, es importante prepararnos en todos los aspectos, porque como padres de familia, tenemos la responsabilidad de sacar adelante a nuestros hijos. Debemos tomar en cuenta que una manera de educar, consiste en dar a nuestros hijos condiciones para que aprendan. Educarlos es ayudarlos a formarse como personas libres, constructivas del bien común y de sociedades donde impere la justicia, donde se respeten los derechos más elementales como el de la vida, la no discriminación, salud e igualdad donde el bienestar se de en forma integral.
Hay un poema que dice así: Vida nada me debes, vida estamos en paz. Que profundidad cuando la analizamos con conciencia, nos llega muy profundo porque hace que nos evaluemos con sinceridad nuestro actuar por el paso del tiempo, para esto el análisis se da por etapas. Depende de tu edad para poder llegar a conclusiones sensatas que nos den el camino a seguir dejando a un lado los odios que generan tanta violencia, solo se quitara con el perdón, reconciliación y paz interior. Ya es tiempo de hacer cambios con rumbo que nos permita avanzar para fomentar la hermandad de nuestras comunidades.