Los hijos no son peces
Aprendiendo a ser feliz / Hania Sosa / Psicóloga
Cuando en los hogares se tienen peces como “mascotas” (que mejor dicho parecieran decoración), la cantidad de tiempo que requieren es realmente mínima. Los compras, les escoges una linda pecera y los colocas en alguna esquina de tu casa. Digamos que son una mascota sencilla de tener, ya que sólo debes recordar darles un poco de comida y mantenerles limpia su pecera.
Jamás he tenido un pez como mascota, así que me irán a disculpar si en realidad es más laborioso de lo que acabo de describir, pero por lo que alcanzo a percibir de las personas que sí tienen peces en su casa, es sólo eso de lo que me he dado cuenta.
Utilizo esta analogía de los hijos y los peces ya que de pronto pareciera que a algunos padres de familia que tienen hijos de una edad suficiente como para dejarles viendo la televisión o atrapados por algún celular o tableta, se les olvida que los hijos necesitan mucho más de ellos de lo que les están dando. Como bien dijera Franco de Vita en su canción “No basta”: No basta con llevarlos a la escuela a que aprendan, porque la vida cada vez es más dura… ¡Hace más de 30 años de esa canción! Si en aquel entonces ya se notaban las carencias en la crianza, ni qué decir ahora que tenemos a la niñera celular, computadora, tableta o pantalla de TV. Hace 30 años por lo menos los niños salían a la calle a jugar y tenían oportunidad de convivir en persona con otros de su edad. ¡Ahora estamos peor! Estamos dejando que la convivencia de los niños, niñas y jóvenes sea meramente virtual o con muy poca interacción.
Los adultos estamos tan ocupados y tan perdidos en la prioridad que debemos darle a las cosas, que nos olvidamos que el tiempo pasa, los hijos crecen y las oportunidades difícilmente vuelven.
Esta semana escuché a una adolescente decir acerca de la convivencia con su papá: Ya para qué”. ¡Qué frase más llena de vacío, de dolor y de carencias!
Hoy escuchaba a un maestro decir que muchos adultos jóvenes ya no quieren comprometerse y ya no quieren tener hijos. Esta situación deja mucha tela de dónde contar, ya que se puede analizar desde muchas perspectivas, pero lo que quiero relacionar con éste artículo es el hecho -un tanto positivo- de que algunos de esos adultos jóvenes que están optando por no tener hijos, no lo deciden únicamente por no querer comprometerse o por egoístas (como ciertas veces se les etiqueta), sino que algunos de esos adultos jóvenes ya se dan cuenta de que, en primer lugar, los hijos no son obligatorios (como también lo menciona Franco de Vita en la misma canción) y, en segundo lugar, que los hijos no son peces; que necesitan tiempo, dedicación y mucha energía para que puedan crecer sanos, no sólo físicamente, sino mental y emocionalmente.
Las nuevas generaciones están viendo las cosas desde otra perspectiva porque ya se dieron cuenta que pueden elegir, y también ya se dieron cuenta que los hijos no son enchiladas. Quizás estos jóvenes ya pertenecieron a ese grupo de niños que en su momento no tuvieron la guía o acompañamiento que necesitaban y por eso se sienten menos capaces de entrar al mundo de la crianza.
Los hijos no son peces; necesitan más que alimento, escuela, techo y vestido. No basta con que no les esté haciendo “falta nada” en términos económicos o materiales. Necesitamos dedicarles tiempo, tiempo de calidad.
Si aún no tienes hijos y deseas tenerlos, vale la pena que te prepares y aprendas lo básico para que no inicies en blanco. La crianza trae muchas satisfacciones, pero no es miel sobre hojuelas como suelen pintarla. Si no deseas tener hijos, también es opción; pero si ya tienes hijos, que no se te haga tarde para realmente estar presente en sus vidas. No creo que algún día quieras escucharles decir “ya para qué”.