Los cimientos del legado familiar
Empresa Familiar / C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
El éxito se construye con el trabajo y el esfuerzo. Ser consciente de los peligros que pueden poner en peligro a una empresa familiar permitirá poner manos a la obra para evitarlos.
“El éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organización”. Jean-Pierre Sergent
Una empresa puede concebirse como familiar cuando representa el patrimonio de una o varias familias que participan en su administración, gestión y en su trabajo diario. El cuidado de este valor puede parecer algo que se da por sentado, pero si consideramos los datos aportados por Citibanamex, donde solo el 4 % de estas organizaciones en México ha llegado a una cuarta generación, nos damos cuenta de que preservar un legado es un asunto complejo. Hace tiempo conocí una historia que puede ser útil para ilustrar lo que esto significa:
Había una vez un joven que quería convertirse en el mejor arquero del mundo y visitó, buscando consejo, al maestro más experimentado, quien le dijo: “Serás el mejor arquero cuando tus flechas lleguen hasta la luna”. Muchos aprendices, al oír esta respuesta lo tomaban a broma, pero este joven comenzó a practicar cada noche con el afán de lograr el reto. Tiempo después, el joven regresó con el maestro y le dijo: “Lo intenté cada noche, pero he fracasado”. El maestro respondió: “De ninguna manera. Tu esfuerzo rendirá frutos: prueba tu destreza en cualquier torneo”. Y efectivamente, el joven se dio cuenta que la disciplina lo había convertido en el arquero más diestro del mundo.
El esfuerzo real y constante siempre genera resultados, como en el caso del joven arquero. En el mundo de los negocios no tiene por qué ser distinto: construir un legado implica un trabajo palpable, constante y disciplinado, guiado por un liderazgo real. Considero fundamental para lograrlo que reflexionemos sobre los aspectos que ponen en peligro de desaparición a una organización familiar.
De acuerdo con el estudio realizado por BBVA y el IPADE solo el 21 % de las empresas están haciendo un trabajo adecuado para tener continuidad a mediano plazo. Evitar ser parte de esta alarmante cifra exige saber que una empresa familiar es una decisión y no un decreto. La organización y la familia propietaria deben llegar a acuerdos sobre el futuro de su patrimonio: son las empresas que se toman el tiempo de diseñar una estrategia las que pueden competir en el mercado actual.
Contar con una planeación comienza con la puesta en marcha de un gobierno corporativo, el cual permitirá tener un diálogo con la familia involucrada en la compañía, conocer los intereses de cada colaborador, dar una identidad a la organización y fijar objetivos en común que sean los cimientos del trabajo en equipo.
Brindar una dirección a la empresa fomenta que los colaboradores familiares realmente conozcan su organización y dediquen su tiempo y esfuerzo de manera efectiva por el patrimonio común.
Cuando las familias empresarias dejan de pensar: “Nada puede salir mal porque somos familia” o “No puede haber conflictos entre familiares”, se podrá llevar a cabo un trabajo profesional, analizando su realidad en el mercado, siendo conscientes de sus áreas de oportunidad y tomando decisiones para una mejora continua e inteligente.
Un aspecto fundamental en la continuidad de una organización familiar es el proceso de sucesión del liderazgo. El estudio ya mencionado de BBVA e IPADE indica que únicamente el 7 % de las empresas tienen un plan de sucesión sólido. Es responsabilidad de un liderazgo inteligente hacer que este paso se convierta en un proceso y no en una “decisión del destino”. Preparar a un sucesor, empaparlo del trabajo empresarial, aceptar la innovación de las nuevas generaciones son parte de una consolidación profesional de una empresa.
Toda empresa familiar debe ser autocrítica, saber qué está haciendo a favor de su legado y poner manos a la obra en sus áreas de oportunidad. Cuida a la empresa, y la empresa cuidará de todos.
Se debería pensar en la empresa como un ser vivo, con personalidad independiente y ajena a la de sus propietarios, fundadores y trabajadores, un ser vivo que requiere de ciertos cuidados, y al que hay que tratar con mucho cuidado y mimarla.
Si uno es capaz de crearse una imagen mental así de la empresa, podrá transmitirla a todo su entorno, y hacer que todos se preocupen de alimentar a ese ser vivo, en vez de ‘desnutrirlo’.
Hay que escarmentar a cabeza ajena, guardar como oro puro los valores de los fundadores, y pensar que, estadísticamente, tenemos muchas posibilidades de cargar con trabajo y el legado de generaciones anteriores.