Los azares de la política en México
Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
La política en nuestros días es un juego de los más azarosos, no sólo porque se puede ganar una encuesta de preferencias electorales sin nunca haberse aplicado, o se puede perder la oportunidad de ser seleccionado a pesar de haberla ganado. Al final, el resultado es que no importa el origen, sino el destino, la finalidad, el objetivo, el pragmatismo o los intereses de quienes manejan el arte de la política.
Y es que ahora no importa la trayectoria, la lealtad, la ideológica o la militancia política, sino aparecer en el momento adecuado. Los candidatos pueden haber sido del PRI, PRD, PAN, MC, y terminar siendo representantes de MORENA o de cualquier otro; independientemente de que se inconformen la militancia, las dirigencias o los simpatizantes. La finalidad es lograr el poder con quien sea, hasta con los más acérrimos enemigos del pasado o del presente.
Sobre todo ahora que los de ultraderecha se autoproclaman de centro; los de centro se autodenominan centro izquierda y los que se decían de izquierda se auto conceptualizan como social demócratas o de izquierda moderada.
Ahora sí que estamos frente a un verdadero circo; ahora cualquiera nos puede representar, independientemente de su origen ideológico, político o partidista; porque todos caben o se pueden acomodar en cualquier partido, en los de la oposición o en el que gobierna. Los que siempre saldrán perdiendo son los gobernados, porque para la clase política basta cambiarse de color o camiseta para en apariencia cambiar de moral, de valores o hasta de principios éticos.
Por eso, no me explico cómo la gente puede seguir creyendo que los candidatos o las dirigencias del PRI pueden dejar de ser corruptos, autoritarios y antidemocráticos, sólo por el hecho de ir en alianza con el PAN, con el PRD o MC en VA POR MÉXICO; mucho menos me explico como los de MC dejarán de ser un mal gobierno porque el proyecto lo encabece un ex priista o un ex panista; sólo por ser candidatos frescos, no desgastados o no tan quemados, como dice Claudio X González.
Ni el mediocre desempeño de las dos administraciones panistas de la alternancia es suficiente para seguir creyendo en un partido que se caracterizó por dar continuidad al modelo de desarrollo económico y político instaurado por el priismo. No hemos escarmentado con lo mal que nos fue con los gobiernos del PRI y del PAN o de lo mal que nos ha ido o nos está yendo con el partido MC.
Ni siquiera somos capaces de entender que el señor Claudio X González, quien encabeza la alianza opositora de VA POR MÉXICO del PRI, PAN y PRD, es uno de los más prominentes empresarios que, junto con esos partidos, buscan recuperar el gobierno para ponerlo de nuevo al servicio de la clase empresarial, una clase empresarial que está molesta porque tiene que pagar impuestos, pagar tarifas justas por el uso de electricidad, porque no recibe subsidios o porque el Estado no invierte en infraestructura en aquellas ramas que son de su interés particular.
Pero la realidad es que esa alianza está condenada al fracaso, no sólo por la élite corrupta del PAN, sino porque está contaminada por la mala y deplorable imagen de Alejandro Moreno (Alito), quien fue sorprendido en diversos audios en donde insulta soezmente a sus colaboradores, los amenaza y les exige pedir a los proveedores apoyo para sus campañas; se le sorprende instruyendo a sus colaboradores que exijan a un periodista que devuelva el “maletín” (seguramente con dinero) y declarando también que “a los periodistas no hay que matarlos a balazos sino de hambre”.
Esa es la clase de políticos que nos vienen a dar clases de transparencia, de moral, de democracia y humanismo; es la clase de políticos que gobernaron y que pretenden volver a gobernar sin contar siquiera con un mínimo principio ético ni moral. Ojalá que despierte México, no solo para echar fuera a los que han gobernado mal en el pasado, sino también a los que gobiernan abusivamente mal en el presente, independientemente del color o del partido al que pertenezcan.