Lo intangible de las empresas familiares: el legado más valioso

Empresa Familiar / Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas

El ingeniero Enrique Carothers ha sembrado afecto, respeto y compromiso por toda la Zona Romántica
Empresa Familiar Mario Rizo Experto y escritor de libros sobre empresas familiares y gobierno corporativo @mariorizofiscal

Hay legados que no se heredan en escrituras ni se depositan en cuentas bancarias. Se transmiten en vida, a través de gestos, valores y ejemplos que se convierten en patrimonio de toda una comunidad.

El verdadero capital de una empresa familiar no siempre se mide en cifras, sino en el impacto humano que deja en cada persona y en cada rincón que toca.

Mi pasión por las empresas familiares inició sin que en ese momento yo lo supiera. Corrían los años 90 cuando llegué a uno de los desarrollos mexicanos impulsados por grandes hombres con un amor incondicional hacia su comunidad, un amor poco visto en estos días. En aquella época, sin que existiera en el lenguaje común el término capitalismo consciente, ellos ya lo practicaban con generosidad y coherencia, construyendo un activo intangible y valioso que hoy, en manos de sus sucesores, sigue trascendiendo.

En ese caminar profesional, la vida me regaló la amistad y el ejemplo de un maestro por adopción vallartense: el Ingeniero Enrique Carothers Barreto. Quien haya recorrido la Zona Romántica de Puerto Vallarta —con conocimiento o sin él— ha respirado su esencia, su amabilidad, su calidez y su cariño genuino. No solo por su gran orgullo, el Hotel Playa Los Arcos, sino por toda la Zona Romántica, donde ha sembrado afecto, respeto y compromiso.

Hace unos días, tuve el honor de ser invitado por Miguel Tejeda Guillemín y Jorge García de Alba, empresarios con visión y líderes comprometidos de la Unión de Crédito de Puerto Vallarta, para impartir una conferencia sobre empresas familiares y su trascendencia.

Ambos representan una nueva generación de liderazgo con valores, que entiende que el verdadero desarrollo no solo se mide en crecimiento económico, sino en la capacidad de preparar a los fundadores y sucesores para construir legados duraderos. Su labor en la Unión de Crédito no solo fortalece proyectos empresariales, sino que también impulsa el tejido social de la región, apoyando a las empresas familiares en su evolución, profesionalización y continuidad. Son líderes que comprenden que el crédito más valioso no es el financiero, sino el de confianza, formación y acompañamiento.

Por la noche, conversé con Manuel Dueñas Alvarado, capitán de meseros del Hotel Playa Los Arcos, quien me compartió con detalle lo que significa trabajar con el Ingeniero Carothers: el saludo personal de mano a cada colaborador, el auténtico interés por su bienestar, la empatía expresada con actos, no solo con palabras. Pequeños gestos que, sumados día tras día, construyen una lealtad que no se compra, se gana.

Escuchar esas anécdotas reafirmó mi convicción: el legado más valioso de una empresa familiar no está en sus activos tangibles, sino en el respeto, el cuidado y el sentido de pertenencia que se cultiva en vida. El Ingeniero Carothers es ejemplo vivo de que el éxito no se mide solo en la prosperidad del negocio, sino en la huella que se deja en las personas y en la comunidad.

Hoy, su estatua en la plaza de la Zona Romántica no es un monumento póstumo, sino un reconocimiento en vida a un generoso benefactor cuya trayectoria sigue inspirando. Caminar por esas calles es sentir su presencia; visitar el Hotel Playa Los Arcos es entrar a un hogar donde el anfitrión principal es la calidez. Y quienes tenemos la fortuna de conocerlo sabemos que su herencia más valiosa no será en la notaría, sino un ejemplo: el de amar profundamente a su gente, a México y a su rincón de corazón llamado Puerto Vallarta.

La riqueza de una empresa familiar no se encuentra en las paredes que construye, sino en las personas que forma.

El verdadero éxito no se mide en lo que acumulamos, sino en lo que dejamos en el corazón de quienes nos rodean.

Cada gesto, cada palabra, cada decisión diaria es una semilla. Algunas crecerán en balances y propiedades; otras, las más importantes, crecerán en valores y en carácter. Y esas son las que, generación tras generación, sostendrán cualquier estructura, incluso cuando las manos fundadoras ya no estén.

Vive y lidera de tal manera que, cuando la historia hable de ti y de tu empresa, no se limite a cifras, sino que cuente cómo hiciste sentir a las personas, cómo las ayudaste a crecer y cómo las inspiraste a dar lo mejor de sí.

Porque al final, los activos se heredan, pero el ejemplo se multiplica. Y ese, amigos, es el único legado que ni el tiempo ni el mercado pueden depreciar.

Un negocio puede pasar de manos, pero un legado construido con generosidad y respeto se convierte en un bien común que ninguna venta puede borrar.

Quien más da sin esperar nada a cambio es, al final, quien más permanece en la memoria… y en la historia.