Lisboa imperial

La Ciudad Imaginada / Por: Dr. José Alfonso Baños Francia

Lisboa tiene un encanto melancólico e imperial

Una de las urbes más antiguas de Europa es Lisboa, la capital de Portugal, asentada sobre siete colinas junto al río Tajo y que tiene un encanto melancólico e imperial. Conocida como la “ciudad de la luz”, ofrece una experiencia de visita singular a través de sus calles y vibrantes barrios.

Los orígenes de Lisboa se remontan a los fenicios, quienes la llegaron hace unos 32 siglos. Posteriormente, formó parte del Imperio Romano, siendo conocida como Olisipo. Al igual que buena parte de España, fue ocupada por los musulmanes entre los siglos VIII al XII de nuestra era, dejando su huella en el legado cultural.

La ciudad fue reconquistada por los cristianos en 1147, convirtiéndose más tarde en la capital del emergente reino de Portugal. Gracias al carácter arrojado y aventurero de sus habitantes, fue pieza clave en la Era de los Descubrimientos entre los siglos XV y XVI, convirtiéndose en un centro marítimo global y la capital más rica del mundo. Un evento trágico ocurrió en 1755 cuando un terremoto ocasionó grandes destrozos, dando paso a un periodo de reconstrucción bajo el estilo neoclásico del Marqués de Pombal.

Un sello de Lisboa son sus distritos que cuentan con un carácter propio. Así, destacan Alfama, la zona más antigua y pintoresca, con calles estrechas y empinadas donde nació el fado, la música tradicional portuguesa. Aquí se encuentran la Catedral y el Castillo de San Jorge. Otro ambiente relevante es la Baixa, el corazón comercial, diseñado en cuadrícula tras el sismo, destacando la amplia y hermosa Praça do Comércio. También llama la atención el elegante barrio de Chiado, lleno de librerías y teatros, cercano al Bairro Alto, famoso por su vibrante vida nocturna, con cientos de pequeños bares.

En cuanto a las joyas arquitectónicas, vale subrayar la Torre de Belém y el Monasterio de los Jerónimos, testigos silenciosos de la era dorada de Portugal. Para gozar de las mejores vistas panorámicas está el Castillo de San Jorge, así como varios Miradouros (miradores) como el de Santa Luzia o el de Portas do Sol.

La suma de atractivos urbanos y edificados de Lisboa son una muestra el pasado imperial portugués, constituyendo una materialidad del poder alcanzado en el periodo virreinal, en particular durante el siglo XVI.

Para aprovechar de una agradable visita hay que tomar en cuenta el clima, que suele ser benigno en primavera y otoño, gracias a una temperatura suave y que incide en menores flujos de visitantes.

Otro aspecto atractivo es la suma de experiencias festivas como ocurre en las Fiestas de Lisboa o Festas dos Santos Populares en junio, especialmente el día de San Antonio, ocupando las calles céntricas con sardinas asadas, música y ambiente popular.

En los últimos años, en particular tras la pandemia del Covid 19, Lisboa ha recibido a nuevos residentes, etiquetados como Nómadas Digitales, caracterizados por jóvenes profesionales con trabajos de acceso remoto, provocando tensiones como el incremento en el costo de vida, acceso a vivienda y sobrecarga en los servicios básicos. Pese a ello, bien vale la visita a esta ciudad legendaria e imperial.