Las fiestas de Micailhuitontli y Hueymicailhuitl

Consejos de una Bisabuelita Moderna / Por un México mejor

A la hora del descanso, el niño bromista exclamó feliz: “No tienen ni idea de la cantidad de dulces y brownies que recolecté pidiendo Halloween, pero mi mamá me los tiró porque, según ella, estaban muy sospechosos…”.

Entonces, el niño sin cabello comentó: “Tu mamá tiene razón, ya que hay gente mala que da brownies con droga o incluso vidrios molidos para hacer daño. Halloween comenzó en Irlanda hace muchos años, cuando quemaban a las brujas, quienes, según se dice, sacrificaban a niños en sus ritos…”.

El bromista, asombrado, exclamó: “¡¿Qué?! ¡Con razón mi mamá me los tiró!”.

La chica intervino: “Desde que eliminaron Ética, Civismo e Historia de algunas escuelas para enseñar únicamente educación sexual, han tratado de cambiar leyes con los llamados ‘derechos de los niños’, permitiéndoles incluso demandar a sus propios padres. Además, está el tema del aborto, que permite terminar con la vida de los propios hijos, y la eutanasia, para aquellos ancianos que ‘estorban’. En nuestro país, ni siquiera algunos diputados saben quién fue el primer presidente de nuestra República Mexicana. No les interesa lo que pueda pasar en nuestra amada patria, solo les importa llenar sus bolsillos a costa del pueblo. Cuando su mandato termine, simplemente huyen a otro país. ¡Los mexicanos estamos en peligro de perder hasta nuestra propia patria!”.

El recién egresado agregó: “¿Sabían que el Día de Muertos es una celebración 100% mexicana? Nuestros antepasados celebraban a los difuntos anualmente en distintas regiones durante el Tlaxochimaco (la ‘fiesta de las flores’), que correspondía al noveno mes del calendario religioso creado por Quetzalcóatl. Era una festividad en honor a Piltzintecuhtli, dios de los niños, que duraba 20 días y que los tlaxcaltecas llamaban Micailhuitontli, o ‘fiesta de los niños difuntos’. Para los tepanecas, esta era la Fiesta Principal del Año. Durante la celebración, arrastraban el Xócotl, un grueso madero, hasta la puerta principal de la ciudad, donde los sacerdotes lo recibían con caracoles sagrados, cantos y danzas. La gente acudía al encuentro con cempasúchiles, las flores divinas de la luz, con las que adornaban la parte superior de los altares y se purificaban con copal. Después de flagelarse, colocaban gruesas flores moradas aterciopeladas en la parte inferior de los altares.

La fiesta de los difuntos mayores, o Hueymicailhuitl, se celebraba en el mes de Xocotlhuetzi. En esta ocasión, usaban sus trajes más elegantes. El Xócotl sagrado se erigía en medio del patio del templo, coronado con un tzoalli con cabeza y pico de oro adornado con plumas verdes y cuatro piñas de diferentes colores en sus extremos. Jóvenes y doncellas bailaban y cantaban alrededor del Xócotl. Antes de que se pusiera el sol, los jóvenes intentaban subir al madero, y los primeros cuatro en llegar a la cima eran reconocidos como vencedores y venerados durante todo el año”.

Dedicado con cariño a mis hermosos ángeles del “Grupo Canica”.

Atentamente,

Su bisabuelita Ana I.