Las batallas dentro de los hospitales

Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia

Se reapertura de nuevo todo, excepto el gel de las manos y el uso continuo del cubre bocas en espacios cerrados

Ya no podía ni agacharse para colocarse sus botas de papel, tenía un embarazo casi en sus últimas etapas, porque quería postergar su incapacidad con la intención de estar más tiempo con su hijo recién nacido, su equipo de protección personal (EPP) se lo colocaba con toda calma, sabía muy bien que al entrar al área de COVID-19 ya no podía ni siquiera ir al baño, en las mañanas casi no tomaba agua y desayunaba muy poco o casi nada.

Esas doctoras o médicos de recién egreso de la especialidad, que quieren exterminar el mal que aflige a los pacientes que están a su cargo por primera vez. Muy poco se logra ver esa entrega, era una joven doctora de 29 años con un embarazo de 37 semanas de gestación. Intensivista de profesión con un corazón de queso, de esos que se desmoronan rápidamente ante el sufrimiento de los pacientes, y la pesumbre del ambiente que se esparce en las unidades recién llamadas “Área COVID” a las que el resto del personal entran obligadas. Una imagen que si se inmortalizara, era merecedora de un gran premio, eran los movimientos al ponerse su traje como las de un perezoso, el mismo vaivén de las palmeras cuando las mece el viento, lentas y seguras de que nada va a tumbarlas.

Cuando se inclinaba para ver el orificio de la tráquea para intubar a los pacientes, le resultaba difícil, el abdomen globoso que le provocaba el embarazo a término no le permitía, era más incómodo que el cuello corto de los pacientes obesos, o el mismísimo tórax en tonel que se deforma en los pacientes que fuman, y que resulta difícil de dar compresiones cardiacas cuando caen en paro cardiorrespiratorio. ¡En hora buena por ese ímpetu de las médicas que aun con embarazos a término les importa el bienestar de sus pacientes!

Resurge Omicrón

En Asia, China y Corea del Sur, tienen el mayor pico de contagios desde que inició la pandemia al igual que Alemania, y es que Omicrón no se ha ido, de nuevo se está extendiendo en zonas donde nunca se fue, en personas sin vacunas o sin anticuerpos, además de la gran reducción en el número de pruebas rápidas para su detección oportuna. Pues resulta que ya no se escucha de las hospitalizaciones ni tampoco de las muertes por covid, ya las medidas ya se relajaron.

Aquí en México, los servicios médicos de salud pública no han dejado de hacer pruebas a los casos sospechosos, teniendo un bajo porcentaje de positividad. Considerando también que los reactivos de las pruebas no detectan los nuevos casos de covid, agregando finalmente que los casos de rinofaringitis aguda (gripa) también disminuyeron, están presentes en guarderías y en algún paciente que solicita atención médica de forma esporádica.

Lejos de provocar mortalidad, se ha referido con cansancio extremo, niebla mental y alteraciones tanto en el gusto como en el olfato. Hay una enorme cantidad de personas que aun con factores de riesgo alto para muerte asociada a covid-19 siguen sin las medidas básicas de protección.

Sucede que con la noticia de haber pasado esta etapa de muy bajos o casi nada de COVID, se reapertura de nuevo todo, excepto el gel de las manos y el uso continuo del cubre bocas en espacios cerrados o abiertos si así lo deseas. En la historia de la humanidad no hemos mejorado, en la zona centro de la Republica la consigna es dañar, pues lo sucedido recientemente en el estadio de los Gallos de Querétaro y en otros sucesos como estos, es clara la intención. Existen personas que nunca usaron las medidas básicas de seguridad y no les paso absolutamente nada, y también existen aquellos que se creyeron de su condición física pereciendo por covid.