La vida de un árbol de navidad
Por: Lucero Suárez
M.C. en sistemas ambientales
Cuando llega la época decembrina, lo primero que pensamos es ambientar nuestros hogares y sitios de trabajo con motivos navideños para recordarnos que estamos en ese momento del año diseñado para agradecer, cerrar ciclos y festejar todos los recuerdos que dejó el año que está por terminar.
Sin duda, el adorno que más nos recuerda este concepto, es el “arbolito de navidad” y digo arbolito, porque es un ícono de emociones y sensaciones agradables, a veces nostálgicas, por lo cual le debemos hablar con cariño.
La magia de colocar nuestro arbolito en casa, inicia cuando se decide ir a escogerlo, en algunas familias esto es una tradición, incluso se puede ir al sitio donde se encuentran plantados, escogerlo y talar el que más nos guste, para después llevarlo a casa con el tamaño perfecto para adornar nuestra navidad. Sin embargo, esa “magia” termina alrededor de un mes después y no estoy hablando del fin de la Navidad, sino cuando ese arbolito, triste, seco y moribundo se dispone, si bien le va en el camión de la basura.
En este punto, lo que parecía magia y felicidad se convierte en tristeza, por ver a un ser vivo morir, solo por regocijarnos de su aroma, textura o color por una temporada. La realidad es triste y cruel, anualmente, en México se compran entre 1.6 y 2.0 millones de árboles de Navidad, de los cuales, 40% son producidos en país y el resto se importa de E.U. y Canadá. La demanda se presenta en solo 2 meses: noviembre y diciembre (1). En solo 2 meses los productores recuperan la inversión que han hecho por años.
Para que un arbolito de navidad pueda llegar a un tamaño adecuado para adornar un espacio (entre 1.5 y 2 m), se requiere entre tres y cinco años de espera para su
Crecimiento (2), claro está que mientras más alto se desee, más tiempo debe transcurrir (puede llegar hasta 10 años la espera). Durante este tiempo también se debe controlar la vegetación no deseada, cuidar la alimentación y fertilización de su plantación, sin mencionar el tiempo previo que requirió la formación de la semilla que dio vida a nuestro arbolito de navidad (alrededor de 2 años más (3)).
En contraste, se necesita solo de un mes para que todo el esfuerzo por mantenerlo vivo se tire literalmente a la basura. Cuando talamos un árbol, se deja de realizar un proceso más de fotosíntesis, por consecuencia la cantidad anual de oxígeno disponible disminuye, además si éste árbol se abandona en la calle, se crea una barrera donde se almacenan desperdicios y generamos contaminación del suelo y visual; podemos decir que ambientalmente no es un buen negocio utilizar pinos naturales talados para adornar nuestra navidad cada año.
Sin embargo, no toda la historia es mala, existen tres alternativas para minimizar el impacto ambiental o disfrutar de nuestro arbolito de navidad sin la necesidad de acabar con él y con la misma satisfacción de tener el olor de un pino en casa: La primera y más económica es comprar un árbol de plástico, con follaje denso para que una vez adornado parezca natural, así al final de la temporada, se guarda para el siguiente año, ahorrando tiempo y dinero; la segunda opción es adquirir un pino natural en maceta, sí, sembrado en maceta de tal forma que puedes regarlo, cuidarlo y devolverlo a un invernadero o mantenerlo hasta la siguiente temporada; la tercera es una opción para resarcir el daño y consiste en disponer los árboles después de la época navideña en lugares recomendados por la autoridad o invernaderos que los usen como residuo de cosecha, de esta manera evitamos contaminar el suelo.
Existen varias asociaciones donde ya venden los arbolitos en maceta que posteriormente podremos plantar en nuestro jardín favorito para ver su crecimiento a la par de nuestra familia, también hay las que recolectan los arbolitos al final de la época decembrina, solo tenemos que investigar un poco antes de las fiestas y dejar nuestro granito de arena en este planeta.