La misión de rescatar al bienestar animal de las ideologías y paradigmas

ConCiencia Animal / MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez

El bienestar animal es una ciencia cuyo objetivo es investigar y comprender las necesidades de los animales

Lo primero que usted necesita saber es entender qué es el bienestar animal para, posteriormente, comprender por qué está secuestrado y por qué es necesario rescatarlo. No solo por los médicos veterinarios, biólogos, ecólogos y demás profesionales afines, sino por todos como sociedad.

El bienestar animal es una ciencia cuyo objetivo es investigar y comprender las necesidades de los animales. Se trata de un proceso científico que recopila datos para resolver preguntas a través de indicadores de medición que proporcionan información objetiva, independiente de cualquier juicio moral o ético, de las costumbres, de las condiciones de los individuos que se están comparando y de la visión antropocéntrica sobre los sentimientos de los animales.

Además, es importante especificar el nivel o gradación de estas condiciones, que puede oscilar entre lo muy deficiente y lo muy bueno. El bienestar animal es una característica del propio animal, no algo que se le proporciona, y no se limita solo a su presencia o ausencia, sino que se refiere a cómo un individuo experimenta o vive su vida.

Orígenes

Lo segundo que debe conocer son los orígenes del bienestar animal, que se remontan a 1964 en el Reino Unido, a raíz de la publicación de un libro escrito por la periodista Ruth Harrison titulado Animal Machines: The New Factory Farming Industry.

En este libro se denunciaban las granjas intensivas de producción de carne y huevo, donde los animales permanecían hacinados y en condiciones que les causaban sufrimiento. La publicación tuvo un efecto importante en la opinión pública británica, lo que llevó al Ministerio de Agricultura del Reino Unido a anunciar ese mismo año la formación de un comité técnico dirigido por el profesor Rogers Brambell, para investigar las condiciones de los sistemas de producción animal intensiva.

En 1965, este comité presentó un informe que contenía varias recomendaciones para el manejo y alojamiento de los animales criados en condiciones de confinamiento intensivo. En dicho informe se puntualizó que los animales deben contar con suficiente libertad de movimiento para voltearse, acicalarse, levantarse y estirar sus miembros; asimismo, no deben padecer hambre, sed, dolor, incomodidad física, enfermedades o lesiones, angustia ni miedo. También deben tener la posibilidad de expresar la mayoría de sus patrones normales de comportamiento.

Este informe, conocido popularmente como el Informe Brambell, fue el primer documento que dio significado al concepto de bienestar animal, destacando que los animales tienen necesidades que no pueden ser ignoradas. El informe hizo referencia a los enfoques funcional, mental y natural, añadiendo la visión del animal como un ser sintiente cuya experiencia debe ser medida. Esto sentó las bases para los avances en la definición del término bienestar animal y estableció la relación entre el manejo y comportamiento de los animales de granja.

Posteriormente, el comité evolucionó hacia el Consejo de Bienestar de los Animales de Granja en Inglaterra, que incorporó las mundialmente conocidas Cinco Libertades, las cuales han sido la base del bienestar animal en la producción pecuaria en varios países del mundo, incluyendo México, donde se han aplicado desde hace más de 30 años.

Ideologías y paradigmas

Lo tercero que es importante conocer es por qué considero que el bienestar animal está secuestrado por ideologías y paradigmas propiciados principalmente por activistas pro-animal y sociedades protectoras de animales. Estas han creado deliberadamente sus propios conceptos de bienestar animal sin ningún fundamento científico, basándose en constructos estocásticos que han influido en la opinión pública.

Estos grupos han jugado un papel trascendental en la creación de legislaciones y mandatos jurídicos en nuestro país a diversos niveles de gobierno. Tanto es así que, si no lo han notado, el bienestar animal, pese a que originalmente estaba enfocado en los animales de producción, ahora está urbanizado y centralizado en perros y gatos. Esta situación ha relegado al olvido al resto de los animales que conforman el panorama rural, y ha ignorado a los animales silvestres adoptados como mascotas en las ciudades, así como a aquellos que habitan en condiciones naturales y cuyos ecosistemas están siendo severamente afectados por la urbanización, la explotación de recursos y la caza furtiva, entre otros factores.

Esta postura de clasismo o categorización entre los animales no humanos, ha dado lugar a leyes que impulsan de manera débil o inexistente la protección de cualquier animal que no sea una especie “privilegiada”, como los perros y gatos. A su vez, esta tendencia, en una sociedad cada vez más urbanizada y menos rural, se ha concentrado en la protección de estos animales, creyendo erróneamente que el bienestar que se les prodiga puede extenderse a animales de producción, trabajo, esparcimiento, exhibición y caza.

Sin embargo, este enfoque ignora las variables fundamentales de los diversos contextos culturales y de aprovechamiento, lo que ha generado múltiples escenarios catastróficos para la salud pública y el desarrollo económico.

Paradójicamente, esto repercute negativamente en los propios animales que estas ideologías pretenden proteger. Además, me atrevería a decir que esta postura podría propiciar la normalización de ciertas parafilias que se esconden bajo la supuesta protección animal.

El rescate

Finalmente, llegamos al plan de rescate del bienestar animal. Es crucial reconocer que este es un asunto de interés general, complejo y polifacético, con dimensiones científicas, éticas, económicas y políticas. Por lo tanto, es vital dejar de percibir la ciencia y la opinión pública como conceptos paralelos, divergentes o antagónicos. En cambio, deben estar íntimamente vinculados y unidos por un objetivo común.

Además, es necesario que la ciencia del bienestar animal deje de presentarse como algo académico y endogámico, y se entienda como una corriente cultural de conciencia. Su aplicación solo tendrá sentido si la opinión pública está informada y, posteriormente, formada para la construcción de criterios al respecto. Para ello, es urgente concientizar a la sociedad sobre los diversos contextos culturales en los que se utilizan, aprovechan y conservan los animales.

En cuanto a la profesión veterinaria, esta debe evitar ser manipulada por activistas o sociedades protectoras de animales cuya agenda es abyecta y dogmática. Estas organizaciones, lejos de buscar el beneficio de los animales, parecen más bien llenar vacíos emocionales y egocéntricos, o buscan intereses económicos o políticos.

El bienestar animal es interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, por lo que es misión de todos rescatarlo de las ideologías y paradigmas que lo distorsionan.