La Forma del Agua: el amor ante toda adversidad
Por: Sebastián Hernández
Guillermo del Toro no es ajeno a las grandes producciones cinematográficas. Más de 25 años de carrera, desde el estreno de ‘‘Cronos’’ (1993), su opera prima, lo han posicionado como el director de cine fantástico por excelencia de nuestros tiempos, siendo él y su equipo los responsables de llevar a la pantalla grande una inmensa variedad de criaturas y monstruos que sólo viven en las pesadillas más escalofriantes (o bien, en la imaginación de ‘‘Memo’’). En algunos casos, estos seres nos dejan marcada su horripilante apariencia en la memoria, haciendo de la oscuridad su lugar de posible existencia; en otros casos, son estas criaturas quienes nos enseñan los matices más profundos de nuestra propia humanidad. El ‘‘monstruo’’ de ‘‘La Forma del Agua’’, pertenece a esta segunda categoría.
Situada a mediados de los años cincuenta, la última entrega fílmica del director tapatío nos presenta la historia de Elisa, una empleada de limpieza que trabaja en unas instalaciones científicas gubernamentales, quien descubre a una extraña criatura acuática cautiva en uno de los laboratorios. La joven mujer se dará cuenta que comparte más en común con este ser de lo que podría haber imaginado.
Mencioné al principio la relación del director de esta cinta con las gigantescas producciones de cine, y es que del Toro siempre ha demostrado cómo deben aprovecharse todos los recursos que las casas productoras disponen al alcance de sus realizadores, poniendo el ejemplo que el cine ‘‘hollywoodense’’ puede ser también aportador de productos de entretenimiento que no pierden su valor artístico. Empezando por sus elementos visuales, ‘‘The Shape of Water’’ es encantadora; el manejo del color, escenarios y vestuarios, es de una calidad impresionante. La fotografía, a cargo de Dan Lausten no sólo hace lucir el diseño de arte, sino que atrapa al espectador y lo lleva de la mano por este mundo ficticio, gracias a su impecable técnica en cámara y la estética de sus encuadres.
El guión, aunque con una premisa sencilla, sobresale gracias a sus personajes, detallados, carismáticos, y sumamente interesantes. La historia en sí desdibuja los límites entre lo fantástico y lo real, un elemento clásico del cine de del Toro, gracias a que sus protagonistas logran balancear estos dos elementos, permitiendo que la audiencia pueda conectar con los deseos y motivaciones de los mismos.
Una película excepcional, donde se puede apreciar el trabajo casi artesanal que realizaron todos los involucrados para poder traernos esta extraña pero bella historia de amor a nuestras pantallas.