La derechización y debacle del PRI

Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.

Desafortunadamente, Alito sigue contando con el respaldo de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama desde las más altas esferas del INE

Hubo una época en que el Partido de la  Revolución Mexicana (1938), después convertido en Partido Revolucionario Institucional (1946), fue un partido casi de izquierda bajo el gobierno del general Lázaro Cárdenas, y relativamente nacionalista hasta el gobierno de José López portillo. Desde la llegada de Miguel de la Madrid al poder y de su sucesor Carlos Salinas de Gortari al gobierno de México, el PRI se fue alejando cada vez más  del pueblo y se convirtió en un partido de tecnócratas y vende patrias que saquearon y entregaron nuestro patrimonio nacional a las empresas extranjeras.

Desde entonces, el PRI se fue descomponiendo hasta entregar la estafeta a Fox y a Calderón del PAN para seguir con la misma rapiña, alternándose en el poder entre un partido y otro hasta la llegada del “nuevo” PRI de Enrique Peña Nieto, quien se encargó de llevar a ese partido a la cúspide más alta de la corrupción.

En su desesperación por recuperar el poder, después del triunfo de López Obrador con Morena en 2018, el PRI, PAN y PRD  han buscado de todas las formas posibles construir un frente que les permita contender unidos electoralmente para ganar o conservar espacios bajo  la marca de “Va X México”, que tiene como antecedente  el denominado “Pacto Por México”, en el que los tres partidos se unieron desde 2012 para aprobar las reformas entreguistas de Enrique Peña Nieto.

Pero fue desde la llegada de Alejandro Moreno Cárdenas a la presidencia del PRI en 2019, cuando inicia la derechización y la debacle de este partido, pues con su llegada a este instituto político, elección tras elección va acumulando más derrotas que logros electorales en todo el país; de hecho, este partido fue derrotado el 6 de junio de 2021 en 8 de 12 entidades que aun gobernaba, y en las recientes elecciones de 2022 perdió los estados de Oaxaca e Hidalgo, por lo que ahora conserva sólo dos estados (Estado de México y Coahuila) de 4 que tenía para contender por la presidencia en el 2024.

Además de estas derrotas, pesan sobre sus espaldas un sin número de audio escándalos, en dónde es evidenciado públicamente en muchos medios y todas las redes sociales sobre los malos manejos de los presupuestos del partido, sus turbias negociaciones financieras y posible lavado de dinero; razón por la cual hace unos días la fiscalía General del Estado de Campeche emprendió una orden de cateo en su domicilio por ese presunto delito.

Alejandro Moreno o “Alito”, se ha convertido en un verdadero lastre para el Partido Revolucionario Institucional, pues a pesar de ser un político joven, no es capaz de atraer a las nuevas generaciones de mexicanos que ven en él a un personaje corrupto, arrogante, superficial y soberbio. Un personaje incapaz de reconocer sus errores, de escuchar la opinión y experiencia de sus antecesores, y de rehusarse a abandonar un partido que él mismo se ha encargado de hundir por su terquedad y su obstinada insolencia.

Su falta de visión ideológica, social y política, lo mantiene obsesionado por seguir ciegamente el proyecto de derecha que encabezan Claudio X González, en lugar de rescatar el nacionalismo de lo que fuere un día el viejo PRI; pues ahora, con su moratoria legislativa, se niega no sólo a debatir sobre la reforma a la ley electoral, sino que propone también el derecho de la gente a portar armas para la defensa personal. Como si no tuviéramos bastante con el ingreso masivo de armas de Estados Unidos a México, lo que ha derivado en una escalada creciente de violencia.

En realidad, en otros tiempos del PRI, Alejandro Moreno ya hubiera sido expulsado del partido, no sólo por sus escándalos políticos, sus subsecuentes derrotas y sus recurrentes delitos electorales. Pero su dimisión es una tarea que le corresponde al Tribunal Electoral del INE, a  la Comisión Nacional de Justicia Partidaria y a la militancia de su propio partido.

Desafortunadamente, Alito sigue contando con el respaldo de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama desde las más altas esferas del INE, con la indiferencia de muchos de sus consejeros y los antiguos dirigentes del PRI, quienes se niegan a transitar hacia una reforma electoral que ponga fin al fraude electoral, a la creación de  un nuevo organismo como el Instituto Nacional Electoral y Consultas (INEC), a la eliminación de los plurinominales y al despilfarro financiero que implica mantener el viejo sistema de partidos. Aunque está en proceso su expulsión de la presidencia de la Comisión de Gobernación y Población en la Cámara de Diputados, así como su probable detención por lavado de dinero, el INE seguirá siendo, como hasta ahora, su principal soporte y el cómplice de todas sus fechorías electorales.