La crisis del agua y el derecho a la vida
Javier Orozco Alvarado
Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
Sin agua no hay vida. No sólo porque el consumo de agua es vital para la sobrevivencia de cualquier especie, sino porque de ello depende también la higiene personal y el de nuestro entorno; con ello se evitan enfermedades e incomodidades. De hecho, tanto la Organización Mundial de la Salud como la UNICEF, calculan que en el mundo mueren unos 4,500 niños por día por falta de agua potable.
Pero parece que quienes tienen bajo su encargo esta gran responsabilidad, no han entendido la importancia de hacer llegar de manera adecuada el agua hasta los hogares o hacia las empresas. Sobre todo, para aquellos negocios que requieren importantes volúmenes de este vital líquido; especialmente en la industria turística que requiere entre 150-900 litros/turista/día y de la cual dependen muchos trabajadores y sus familias.
En puerto Vallarta, por ejemplo, desde los pasados desastres que provocó el huracán Nora, no se ha podido regularizar el abasto de agua. Y es que el problema no es la insuficiente disponibilidad de agua, sino la falta de infraestructura y su mejoramiento tecnológico para atender la creciente demanda. De hecho, vecinos de diferentes zonas de la ciudad han manifestado que en los últimos veinticinco años no se había presentado una crisis de desabasto como la que hoy existe.
La realidad es que cada día el brindar el acceso al agua en todo el mundo, se ha convertido en uno de los grandes negocios; sea porque hay que procesarla y embotellarla para el consumo humano, o porque hay que trasladarla en camiones cisterna, como se ha vuelto común en este Puerto.
Desafortunadamente, en 2012, desde hace prácticamente diez años que se llevó a cabo la reforma al artículo 4to de nuestra Carta Magna, ningún gobierno ha respetado el mandato constitucional del derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. Por el contrario, se estima que en México existe una grave inequidad en el acceso al agua por causa de la contaminación, el acaparamiento, la sobreexplotación y la corrupción.
Por eso sorprende que, prácticamente en todo el territorio nacional el agua que sale de los grifos no sea apta para el consumo humano, lo que ha convertido su embotellamiento en uno de los negocios más lucrativos. En contraste, se calcula que alrededor de 24% de los hogares en México no tienen agua todos los días. Por eso se dice que en México no falta agua, pues lo que sobra es chatarra.
En ese sentido, es tiempo que cada uno de los gobiernos municipales, incluyendo a Puerto Vallarta, se responsabilicen por cumplir con lo que mandata la Constitución, pues es una vergüenza que un destino turístico como éste, no sólo carece de agua potable para el consumo humano, sino que llega insuficientemente a todos los consumidores. Es tiempo que sigamos el ejemplo de países como Estados Unidos, España, Francia, en general la Unión Europea, en donde el agua puede beberse directamente del grifo.
Asimismo, ahora que SEAPAL en Puerto Vallarta cuenta con el apoyo del ejército para cuidar la Cuenca Hidrológica Ameca-Ixtapa, para evitar que las cribadoras alteren el curso de las aguas con que cuenta la ciudad, y que también dispone de la asistencia técnica de expertos israelitas; es la gran oportunidad de que se resuelva el problema de desabasto y dispongamos de una vez por todas de agua potable apta para el consumo humano.
Y no caería mal que, de paso, se viera la manera de suspender las obras y construcciones que se realizan sobre los mantos freáticos y se aprovechen esas reservas de agua para la demanda futura que seguirá aumentando ante el rápido crecimiento poblacional y urbano que está experimentando Puerto Vallarta.