Incredulidad

Consejos de una Bisabuelita Moderna / Por un México Mejor

No se puede negar la incredulidad en esta época de grandes crisis en todos los aspectos y a nivel mundial

No se puede negar la incredulidad en esta época de grandes crisis en todos los aspectos y a nivel mundial. Parece que la ambición desmedida, la gran corrupción, esa sed de poder, venganza, egoísmo y egolatría extrema, etcétera, han provocado que el pueblo forzosamente haya quedado a merced y dependiente de los inhumanos poderosos, que mueven el mundo a su antojo y sin misericordia, dada la necesidad que todo ser humano tiene para poder sobrevivir en este enigmático Planeta Tierra.

Con sus negocios monstruosos, han aumentado las infames guerras, sin importar cuántos jóvenes ni el número de víctimas inocentes… ¡fallecen mientras ellos aumentan su caudal!

Con tal de ganar más dinero y poder, sin piedad trafican con lo que sea: armamento bélico, estupefacientes, pornografía, seres y órganos humanos, sexo irracional, influencias, etcétera. Los únicos que han pagado las consecuencias son los más desprotegidos; aquellas personas débiles que, por necesidad o extorsiones, ¡se ven obligadas a delinquir!

Con el fatal desenlace de la famosa globalización, debido a que en lugar de copiar lo mejor de cada país, ¡nos hemos quedado con lo peor! Lo más triste de todo es que también, de una forma u otra, ¡hemos cooperado voluntaria o involuntariamente con la destrucción de la inocencia, de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestras leyes, de nuestros gobernantes y de los futuros candidatos… “elegidos por el pueblo”!

Solo nos concretamos a ver cómo, poco a poco, nos están despojando esos poderosos indignos de nuestro México adorado; y nos quedamos callados, esperando el “A ver qué pasa”. Al hacerlo, tal vez por miedo, por el qué dirán o por las represalias en contra hasta de nuestros seres queridos, hemos preferido guardar silencio, sin denunciar a nadie, porque sabemos que las nuevas leyes no están hechas a favor del pueblo y sí protegen a los que tienen fuero o demasiado dinero. Porque la incredulidad en que se hará justicia algún día… ¡se ha convertido en un sueño guajiro!, sobre todo en aquellos que lo han perdido todo.

¿Cuántas víctimas de aquel terrible terremoto siguen esperando, algunos en las calles, por un poco de justicia? Aquellos ancianos que confiaron en la compra de departamentos en “edificios construidos por poderosos”, que sin ninguna ética cambiaron los materiales indicados por unos más económicos… ¡para poder meter más dinero a sus bolsillos! Sin importar que muchos de ellos, gracias a su ambición desmedida, ¡murieran en la calle con gran desesperanza e incredulidad en esas autoridades mentirosas! Tal y como dice el dicho popular: “Prometer no empobrece… ¡Dar es lo que aniquila!”.

Incredulidad… en las promesas de campaña, pues es bien visto que son capaces de hacer cualquier cosa con tal de lograr su cometido. En cuanto llegan al poder, enajenados, comienzan a hacer uso de su dominio; el pueblo pasa a un segundo plano y su caudal… ¡a llenarse impunemente!, sin importar deshacerse… ¡del que se cruce por su camino!

Incredulidad… en los futuros gobernantes, que sin ética destrozan en público a sus adversarios, sin ponerse a pensar que alguno de ellos será el representante de nuestro vejado país a nivel internacional.

Incredulidad… en algunas empresas que piden solo unos centavitos para donarlos a sus causas.

Incredulidad… en algunos centros de salud gratuitos, donde al salir tienen que pagar algo.

Incredulidad… en las familias, donde la madre prefiere matar o abandonar a su propio hijo con tal de no perder a su nuevo amor, su imagen o sus recursos económicos; o de ese padre infiel, que ha enfermado o dañado terriblemente a los que dice “querer tanto”, sin importar que el día de mañana su propio descendiente lo rechace o se avergüence de él.

Incredulidad… en los maestros (o guías espirituales), que cuando están enojados o se sienten poderosos… ¡son los peores ejemplos para sus alumnos o seguidores!

Incredulidad… en los medios de comunicación (y profesionistas), que, sin importar su ética, dañan terriblemente a los que han depositado su confianza en ellos.

Incredulidad… en los “amigos”, que son capaces de traicionarte por un puñado de monedas o para su propio beneficio.

Si eres honesto(a), recordarás que cuando algo malo entra en tu vida… ¡primero te asustas! Pero si lo sigues viviendo o haciendo porque todos lo hacen, ya que esos astutos comerciantes “poderosos” te lo ofrecen a toda hora en todos los medios de comunicación para que lo veas como algo normal, ¡te acostumbras! Y si, por desgracia, las consecuencias son adversas, es más fácil echarle la culpa a Dios, apoderándose de ti la incredulidad, creyendo que es mejor… ¡que hacerle frente a la realidad!

Mientras más se aleje el ser humano de Dios, la incredulidad se adueñará de él y más incapacitado estará para hacer el bien, para hacerle frente a la realidad y salvar el único país y mundo con el que contamos para poder sobrevivir.

Bisabuelita Ana I.