No has venido aquí a sobrevivir, has venido a sobresalir
Hola queridos lectores, les mando un gran abrazó y un gran saludo, me encanta el tema que hoy tocaremos, y es que muchas veces en nuestra vida dejamos nuestros sueños a medias, no nos unimos al cien por ciento con dios o con el universo, y cuando pedimos algo, por ejemplo, un automóvil último modelo, salud, ganar más dinero para vivir mejor, etcétera, nos olvidamos de preguntar qué estamos haciendo para lograrlo.
¿Realmente ponemos toda la emoción de lograr lo que queremos?, ¿nos sentimos con toda la fuerza para trabajar y lograr realmente nuestros retos?, o, ¿simplemente siempre nos estamos sintiendo víctimas de nuestras vidas?, y vamos y pedimos, “Diosito, por favor deseo un automóvil del año, ¡a ver cómo le haces para que se me cumpla!”, y todavía nos atrevemos a retarlo y a mandarle órdenes, no estoy diciendo que todos lo hacemos, esto, sólo fue un ejemplo de cuando le dejamos la responsabilidad a Dios o el universo para que se nos cumplan nuestros deseos.
Si no unimos nuestra fuerza de voluntad y nuestra alma con el poder de Dios o el universo, y todo lo dejamos a medias, nunca lograremos nuestros propósitos.
Pongámonos a pensar cómo estamos viviendo, si medio trabajamos para lograrlo, no se nos cumplirá lo que queremos, y luego algunos se quejan preguntándose ¿por qué Dios no me quiere?, o ¿por qué no tengo buena suerte?, ¡nunca me gano nada!, etcétera.
Te invito a emocionarte con tu vida, con tus metas, con tus logros, como les digo a mis hijos, pongan su mayor esfuerzo en todo lo que hagan.
Muchas veces nos ponemos una meta y la dejamos medias, no cumplimos con nosotros mismos para lograr realmente lo que hemos pedido, o lo que nos hemos propuesto para salir adelante.
Hay que hacernos una pregunta ¿qué retos he abandonado en mí?, por ejemplo, ser el mejor vendedor del mundo, ser el mejor padre o madre, ser mejor persona, ser la mejor pareja, etcétera, ¿realmente me he esforzado para cumplirlos?, y no dejarlos atrás, sé que a veces se nos hace fácil, y el ego, esa parte interior que nos dice, “no te preocupes todo se arreglará”, pero de nuestra parte lo dejamos ir, y cuando recuerdas la promesa de tu meta, es como al principio de año o ahora que se acerca la cuaresma, nos hacemos promesas y no las cumplimos, y eso nos pasa por el desequilibrio emocional que tenemos y no nos damos cuenta.
Te invito a ser una persona de una sola pieza, como me decía mi madre, fuerte y segura de ti misma, cree en ti, esfuérzate a lograr lo que quieres porque tu viniste a sobresalir, sé que al leer este artículo tu cambiarás.
Con amor, Rose.