Grandes miedos del fundador
Hace unos días me encontraba viendo una simpática charla de Ze Frank, un comediante que se presentó en el escenario de TED. Su acto es un test para descubrir si somos realmente humanos, por lo que Frank pidió a su audiencia que levantara la mano si se sentía identificada con las diferentes aseveraciones que iba enunciando… cosas graciosas como “¿alguna vez has sentido que has perdido tu boleto de avión justo antes de abordar?”, hasta sorprendentemente profundas, por ejemplo: “¿alguna vez te has despertado felizmente y de repente te ha inundado la tristeza por el recuerdo de uno de tus seres queridos que ya se ha ido?”.
El público de TED, que no es cualquier público, sino un conjunto de personas sumamente brillantes y exitosas, empezó riendo y terminó un poco perplejo, conmovido. “Felicidades”, dice Frank al final: “Han completado el test. Todos ustedes son humanos”. A veces se nos olvida que incluso los individuos de más jerarquía y más poder siguen siendo personas y, como tal, siguen cargando con miedos. Esta charla me puso a pensar: ¿a qué le tiene miedo un fundador de una empresa familiar?
Miedo al fracaso. Este miedo lo tenemos todos, por supuesto. Es parte de nuestra cultura capitalista. Somos exitosos en la medida en que somos útiles, productivos. Si la empresa triunfa, el fundador accede al reconocimiento, la validación, la fama, entre otras cosas. El problema de un desbordado miedo al fracaso entre líderes de empresa es cómo ese miedo puede distorsionar la personalidad. Un líder con un excesivo miedo al fracaso esconde sus errores, confía menos en la gente y tiende a ser cada vez más audaz en sus decisiones de negocio para no perder el éxito que tanto le costó obtener.
Miedo a perder a clientes clave. Es común que una empresa con pocos años en el mercado dependa de un cliente importante que represente más de la mitad de sus ingresos. Por el miedo a perder a este “pez gordo”, es probable que la empresa acceda a peticiones del cliente cada vez menos favorables para ella. Un líder de empresa inteligente aprovecha los años de estabilidad gracias a este cliente para diversificarse.
Miedo a perder el control de su empresa. Existe también el líder de empresa que cree que nadie puede hacer el trabajo mejor que él y, a la vez, no invierte en talento porque teme que otra persona además de él gane demasiada influencia en la organización y la use en contra del fundador. Un líder de empresa de este tipo no sabe delegar. Para evitar que el fundador resulte el vigilante de todos sus colaboradores, hay que invertir en una estructura de gobierno corporativo.
Miedo a que la competencia copie su modelo de negocio. Dicen por ahí que el que pega primero pega dos veces, pero en el mundo de los negocios no siempre es verdad. Y tenemos ejemplos mundialmente famosos para constatarlo: Gmail derrotó a Hotmail; Netflix terminó de sepultar a Blockbuster; Google destronó a Altavista; Facebook acabó con MySpace, etcétera. A veces la empresa que innovó primero sólo abre camino para el segundo lugar, quien recoge los frutos de ese esfuerzo. En un mundo donde siempre habrá competidores, la clave no es vigilar a la competencia al milímetro, sino al cliente. Así como lo dice Jeff Bezos: si conoces bien a tu consumidor y te enfocas en darle el mejor servicio, la competencia no podrá arrebatártelo.
Miedo a ser descubierto como un impostor. Este miedo es primo hermano del miedo al fracaso, pero es un poco más personal: “No solamente he fallado, sino que he fallado porque nunca fui lo suficientemente bueno”. El gran problema del síndrome del impostor es que nos hace esconder nuestras vulnerabilidades cuando deberíamos echar luz sobre ellas para poder mejorar.
Miedo al éxito. Trata del auto sabotaje; de cuando el líder de empresa empieza a mermar su rendimiento justo cuando está en los cuernos de la luna. Las razones pueden ser varias, pero me atrevería a decir que son casi exclusivamente emocionales.
Como podemos ver, tener miedos es algo sumamente normal, es parte de nuestra condición humana. Hay que admitir que si sentimos miedo no es reconocer nuestra debilidad, sino dar el primer paso para evitar que el miedo nos controle. *El autor es experto y escritor de libros sobre empresas familiares y gobierno corporativo.