Evolución femenina
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, es menester abordar el tema, el cual siempre resulta apasionante por su diversidad de tintes evolutivos.
Muchos son los escenarios que plantea el futuro para la mujer, pero para ello, se deben recordar todas las épocas y en una línea de tiempo colocar todos los espacios o peldaños que ha avanzado el género femenino hasta nuestros días en materia de derechos, equidad y protección; y sin importar si se es sufragista, revolucionaria, feminista, mujer en resistencia o simplemente mujer.
Lo más importante, es que el futuro se construye cada día, paso a paso y donde se vislumbra que la transformación de la mujer se concretará en el año 2050, periodo donde todas las semillas ancestrales germinarán, dando espacio a la mujer del futuro en todo su esplendor: La Mujer Universal.
Para ello, es imprescindible evocar las luchas feministas por la reivindicación de sus derechos que comenzó a finales del siglo XVIII en la época de la Revolución Francesa bajo el lema “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, movimiento que empoderó la lucha de clases sociales, pero que obvió la disparidad existente entre hombres y mujeres. Movimiento que, según diversos medios informativos, fue donde se generó la primera de cuatro olas feministas de la historia.
La segunda ola feminista se fraguó desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX. Durante este periodo los colectivos femeninos obtuvieron el acceso a las universidades dando un giro definitivo por la presencia creciente de feministas en distintas disciplinas y áreas del conocimiento, lo que trajo consigo la entrada de voces críticas y propositivas que contribuyeron a evidenciar el carácter androcéntrico de la ciencia y sus formas de trabajo (Desde una perspectiva androcéntrica, los hombres constituyen el sujeto de referencia y las mujeres quedan invisibilizadas o excluidas). También, fue en esta segunda ola donde las mujeres obtuvieron la potestad de sus hijos y el derecho al voto.
La tercera ola feminista comenzó en los años sesenta, en pleno albor de las revoluciones estudiantiles y del hippismo; donde las mujeres expandieron sus libertades civiles por poder contar con el control de la natalidad, abandonar las tareas domésticas y engrosar las nóminas en establecimientos comerciales, oficinas e industrias; así como también fueron más los países donde se legisló para que las mujeres pudieran solicitar el divorcio civil.
Finalmente, la cuarta ola es la que se desarrolla en la actualidad desde hace algunos años, donde los grupos feministas en todo el mundo se protagonizan por las nuevas tecnologías, lo que expande las posibilidades de realizar denuncias y transmisión de información, como perfecto escenario donde se clama para abolir la inequidad y violencia de género, feminicidios, maltrato físico y psicológico y donde se exige la legislación del aborto voluntario en varios países donde no existe esta ley.
Sin embargo, es importante resaltar que la naturaleza humana es susceptible de mejorarse a sí misma y que las diferencias entre sexos en términos de personalidad son creaciones culturales, ya que existen marcadas diferencias entre una generación y otra, donde se podría decir que existe un verdadero choque cultural, y las condiciones que imperan en el planeta ante fenómenos actuales como la globalización están brindando cada día las pautas políticas, culturales, sociales, antropológicas y psicológicas, que marcan la tendencia evolutiva de lo que será la verdadera mujer del futuro.
Por ello, hoy en día el modelo para la historización del feminismo no puede estar anclada en una sola raza o país, sino también en el suelo del cien por ciento de las mujeres, sin importar su condición social, religiosa, étnica, preferencia sexual o si son binarias o no. Por lo tanto, la base del nuevo feminismo rebasa por mucho al histórico y está encaminado a un nuevo y transformador feminismo planetario.