“Estas regulaciones pueden no estar adaptadas a las circunstancias reales de una franja turística”: Julio Castillón
Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes
Cada vez es mayor el descontento de los mexicanos por la presencia de extranjeros, particularmente de Estados Unidos y Canadá que están cambiando su residencia a tierras aztecas, ya sea por trabajo como nómadas digitales, o como retirados pensionados, lo cual ha generado una serie de cambios sociales que están afectando principalmente a las clases trabajadoras provocando un desplazamiento masivo por el alto costo de las rentas habitacionales, comerciales y de los mismos inmuebles, generando así una cascada de aumento en los precios de los productos y servicios que están afectando a toda la comunidad.
Este tipo de situaciones está generando cada vez más rechazo no solo entre la población vallartense, sino también de otros lugares en México, como fue la semana pasada el caso de Mazatlán, donde un empresario se pronunció por prohibir la música de banda en las playas porque molesta a sus inquilinos extranjeros, lo cual generó indignación en redes sociales donde un amplio sector del público protestó por este tipo de actitudes.
Estas manifestaciones de intolerancia por parte de extranjeros llegó a Puerto Vallarta, y se hizo visible a través de las redes sociales, donde el chef Julio Castillón propietario del restaurante Gaby’s compartió su consternación por la demanda que recibió de parte de una pareja de masculinos estadounidenses que se mudaron a un lado de su restaurante en años recientes, en la calle Mina, en pleno corazón del centro de Puerto Vallarta y la franja turística, alegando que el “ruido” provocado por el alto volumen de la música mexicana que se toca en el referido espacio les afecta su calidad de vida y pone en riesgo su integridad física como retirados migrantes a México, quienes han echado mano de recursos jurídicos para emprender esta batalla legal basados en el Reglamento de Ecología para el Municipio de Puerto Vallarta, Jalisco, en su fracción XVIII dice a la letra: “Contaminación Acústica: La presencia en el ambiente de sonidos molestos e intempestivos que rebasen los límites máximos permisibles señalados en las normas oficiales mexicanas que para el efecto emitan las autoridades competentes; o aquel que por su intensidad, duración o frecuencia, implique daño, riesgo o perjudique el bienestar de las personas, con independencia de cuál sea la fuente que los origine…”
El resultado de visibilizar esta situación, ha generado indignación en miles de personas que través de las redes sociales han manifestado su apoyo al restaurantero, e incluso en lo local, vallartenses y extranjeros han respaldado al chef, pues consideran negativa esta actitud, que ya se había visto con otros negocios, pero no se había hecho público.
Este respaldo se ha reflejado a través de firmas en apoyo y una manifestación frente al restaurante con música de mariachi y vecinos solidarios, quienes se congregaron durante aproximadamente cuatro horas para expresar su empatía.
En entrevista, el chef Julio Castillón comparte la problemática por la que ha pasado con el cierre temporal de su negocio, y los gastos que ha enfrentado por el conflicto con sus vecinos extranjeros, cuyo objetivo es cerrar el restaurante con 35 años de existencia.
¿Cómo inició esta situación?
Antes que nada quiero compartir que yo soy la segunda generación que atiende este restaurante familiar, mi papá y mi mamá lo iniciaron desde 1989, hace 35 años, muchos lo conocen, inició como una fondita que vendía tortas, licuados, sándwiches, fue creciendo y aumentó el servicio a comida corrida, algo así como nuestros amigos de El Campanario que vas y pides una comida corrida y te dan sus sopita y tu agua, por muchos años estuvo así, muy trabajadores mis padres, siempre trabajando nos sacaron adelante…
¿Cómo se llaman tus papás?
César Castillón Rodríguez de Chacala Cabo Corrientes y Luz Cristina Pérez Muñoz, mi mamá era enfermera y mi papá fue taxista y antes mesero antes de empezar con el emprendimiento en 1989, mi mamá nació aquí enfrente, donde está ese edificio que fue Bancomer, ahí nació mi mamá por medio de una partera en 1950, mi abuelo se llamó Antonio Pérez Camacho, él llegó desde Mascota Jalisco en 1928 a pedir trabajo a la Montgomery Fruit Company en Ixtapa para recolectar el plátano ratán que se hacía como actividad económica, y así fue como cayó la familia.
Mi abuelo conoce a mi bisabuelo ahí en la en la platanera Montgomery, empiezan a interactuar se hacen amigos, Eduviges Muñoz mi bisabuelo y mi abuelo pues amigos ya después mi abuelo conoce a mi abuela y se casan y aquí en Vallarta, este restaurante mi abuela lo compró para vivir, era su casa, igual que allá enfrente donde antes era Bancomer ahorita son unos condominios que se llaman Bliss, muchos años ese edificio estuvo abandonado hasta que viene el boom inmobiliario, aquel era un edificio abandonado y en la esquina era la casa de los Wulf y de Nelly Wolf, son condos de lujo.
¿Cuándo llegaron estos condominios?
Apenas del año pasado para acá y trajeron nuevos habitantes extranjeros todos, yo no estoy en contra, en eso quiero ser bien puntual, yo no estoy en contra de los extranjeros, en mi restaurante van a ver mucho extranjero porque hay mucho extranjero alrededor, yo me he dedicado a ser un promotor de la gastronomía mexicana, es algo que le gusta el turista, así que he cosechado mi fama de tener un taller de cocina, enseñar la verdadera cultura y la gastronomía de México, y es por eso que tenemos ese diferenciador, tengo la oportunidad de tener un programa en una televisora local, y poco a poco he cosechado mi fama, tanto de la empresa como de mi marca personal, que es Julio Castillón.
La empresa la tengo que sacar adelante, es una empresa familiar, no estoy solo están mi hermana y mi mamá involucradas.
¿El conflicto con los extranjeros cómo inició?
Todo esto empieza a cambiar en 2019 debido a que muchas de las personas que por esta zona vivían empezaron a fallecer y aparecieron muchos AirB&B, que nos ha beneficiado, el detalle aquí viene en lo social porque imagínate que tú eres un restaurant mexicano en el que parte de tus servicios es la música mexicana, mariachi, nunca puse banda porque mi estilo es jalisciense, boleros, Eddie Gorme, Los Panchos, tríos, de repente ritmos latinos pero tranquila, todo bien, mi problema viene cuando, ligándolo a lo social y atendiendo el tema de la gentrificación.
Yo me llevo muy bien con todos mis vecinos, hasta los extranjeros, hablo muy bien inglés con todos, el detalle es que el vecino más cercano que tengo es una persona que compró una residencia, una casa grande, y cuando llegó hace unos cuatro o cinco años, todo bien, pero cuando empiezo a usar la terraza en la plazoleta de Mina pagando un área de invasión como lo hacen en el malecón, en la Tostadería en la calle Iturbide con las sombrillas y los murales, también estaba Kristoff pero tuvo problemas fuertes y se movió a Versalles, pero él es extranjero, entonces a veces está pasando esto, como que combinar negocios gente local y gente extranjera retirada, está como sucede en una pecera donde metes peces de diferentes tipos y se agarran, empiezan las diferencias, eso está pasando.
En en mi caso los señores de al lado poco a poco empezaron a manifestar intranquilidad, disgusto por la música, no lo vemos como ruido, porque la música mexicana para mí como promotor de la gastronomía, del folklore y la cultura, lo veo como normal, porque siempre a lo largo del tiempo en este restaurante había marimba, piano, los músicos que a veces que andan por las calles, los guitarristas, los duetos, que van de restaurante a restaurante ofreciendo canciones a los clientes, yo los dejaba pasar, entonces sonaba todo el tiempo, y como siempre tengo clientes y son turistas, les ofrecían canciones y tocaban.
También en las noches se me ocurrió poner una musiquita romántica para que la gente disfrute, y nadie se quejaba de la música más que los vecinos.
¿Cuándo viene el problema?
El problema vino el año pasado, pero empezó desde antes porque se les ocurrió demandarme, se les ocurrió utilizar el poder judicial, un proceso judicial en los tribunales administrativos, donde la demanda incluso no es directa hacia nosotros, somos un tercero interesado, buscó la estrategia para brincarse al Ayuntamiento, los procesos administrativos internos que tiene el Ayuntamiento, lo que quiero decir es que si tienes alta tu música el que te va a sancionar, detener, multar, foliar, o lo que sea, es Reglamentos, los inspectores de reglamentos traen sus aparatos de decibeles, pero se enfoca mucho en la zona turística en negocios, existe el Reglamento de Comercio y tiene sus requisitos que hay que cumplir, pero hablando de las cuestiones aquí es donde yo pienso que es donde la puerca torció el rabo, es que estamos en México, estamos promoviendo la gastronomía, un restaurante mexicano toca música, pero de repente te topas con reglamentos y normas como la de Ecología que le hace caso a normas oficiales mexicanas acerca de los decibeles.
¿Cuánto es lo permitido?
Los decibeles permitidos que trae la norma son muy bajos, si analizamos esta plática que estamos teniendo tú y yo, nos va a dar una medición de decibeles, abrimos la aplicación y así varía entre 79 y 80, para la norma esto ya se considera arriba de los decibeles porque según está dividido por zonas, y esta es una zona comercial en la que no debe superar 69, 68 decibeles, entonces es alto porque hay muchos factores, el carro que pasa, el ventilador, el sonido del plato, etcétera pero digamos que es normal, y estas regulaciones pueden no estar adaptadas a las circunstancias reales de una franja turística.
¿A qué instancia acudieron los demandantes?
A los tribunales de justicia administrativo de Jalisco, esos tribunales traen un panorama muy amplio a diferencia de otras instancias, y de ahí demandan al Ayuntamiento para obtener lo que querían, que era clausurarme y lo lograron, porque según ellos yo estaba contaminando el medio ambiente con la música, no solo la que se toca en vivo, también incluyeron la música grabada.
¿Tuviste apercibimientos por parte de Reglamentos?
Yo creo que ellos sí me hicieron reportes con Reglamentos, pero los inspectores llegaban con sus aparatos para medir los decibeles, revisaban y consideraban que no había un ruido excesivo, porque si fuera realmente ruidoso podían foliarme, pero al percibir que no era excesivo me decían que bajara un poco el volumen, pero ellos se fueron más allá y se fueron al tribunal administrativo en Guadalajara.
Imagínate que un día te llega una orden y se confundes, no sabes qué hacer, a qué tipo de abogado acudir, los que me notifican me dicen que está fuera de su jurisdicción, que ellos se van a defender por su parte porque ellos son los demandados, y yo me defienda por la mía como tercero interesado y que busque ampararme, busqué el amparo y eso fue lo que pasó.
¿De qué manera te ha afectado esta situación?
Primero estuve cerrado dos meses, la plantilla me aguantó, pagar abogados, pagar amparos, tenía unas vacaciones pagadas que se perdieron con todo y boletos, los viajes a Guadalajara, y he perdido mucho dinero porque los abogados te dicen que esto es muy especializado, es estatal, y que se gasta mucho, ya llevo gastados como 700 mil pesos, no me siento un súper empresario pero en las temporadas uno guarda para la temporada baja, afortunadamente tuve para defenderme, de otra manera me hubieran cerrado, entonces este tipo de situaciones te da coraje porque te estás defendiendo, para mí, de una ridiculez, un capricho de alguien que no sé si está mal asesorado.
¿Cuántas personas dependen de este restaurante?
Aquí trabajan 25 personas, estamos hablando de 25 familias, aparte los músicos que no son directamente contratados, pero que también se les pagaba por día porque no eran mis empleados, y aparte recibían propina por parte de los turistas.
¿Crees que esto pueda representar un antecedente para que se puedan afectar otros negocios como a ti?
Sí, yo creo que sí, yo ya lo platiqué con la CANIRAC, me ayudaron, nos sentamos con jurídico del Ayuntamiento, con el Tesorero, con todos los involucrados, y coincidieron en que esto está más arriba del tribunal, lo analizamos y vimos que hay muchas incongruencias, interpretaciones que están más cargadas hacia el extranjero.
¿Qué esperas de esto?
Yo solo quiero que me dejen trabajar, yo no tengo problemas con nadie.