Ese riesgo intangible de llevar a tu mascota a un hotel sin protocolos sanitarios

ConCiencia Animal / Por: MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez

Con Ciencia Animal MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez

La tendencia Pet Friendly ha revolucionado la forma en que compartimos experiencias con nuestros animales de compañía. Restaurantes, plazas comerciales e incluso oficinas abren sus puertas a perros y gatos bajo el ideal de la inclusión animalista. Sin embargo, en este intento de romper barreras —en ese onanismo utópico que ofrece el progresismo ideológico— se ha olvidado algo esencial: la bioseguridad.

Uno de los escenarios más alarmantes es llevar a tu mascota a un hotel sin que este cuente con protocolos sanitarios claros. No se trata solo de un capricho irresponsable; es una puerta abierta a riesgos serios para la salud humana y animal. Lejos de lo que muchos creen, no basta con recoger excretas o permitir camas para perros. Se trata de establecer barreras sanitarias que prevengan zoonosis, parásitos, enfermedades infectocontagiosas y reacciones agresivas entre las mascotas de los huéspedes.

Los animales portan una flora bacteriana y parasitaria natural que puede volverse patógena en ambientes cerrados o compartidos. Estas enfermedades pueden transmitirse fácilmente si no se controla el ingreso de animales con historial clínico claro, vacunas vigentes o desparasitaciones recientes. ¿Quién verifica esto en un hotel? Así es: nadie.

Puesto que la convivencia entre animales no siempre es idílica, podemos encontrarnos con mordeduras, peleas, estrés y contagios cruzados por el uso de bebederos y áreas comunes. Una estancia placentera puede convertirse rápidamente en una emergencia veterinaria o en un serio problema legal.

Y como siempre reitero: no se trata de denostar la convivencia, sino de exigir reglas. Un verdadero hotel Pet Friendly debe contar con lineamientos de control sanitario, como una certificación de salud emitida por un médico veterinario, filtros de entrada, zonas específicas para mascotas, limpieza con productos veterinarios certificados, personal capacitado en manejo animal y protocolos establecidos en caso de incidentes o enfermedades.

En México, la falta de regulación específica sobre estos espacios ha permitido que muchos establecimientos ofrezcan el “plus” de ser Pet Friendly sin asumir la responsabilidad que conlleva. Un espacio amigable no puede ser un riesgo sanitario disfrazado de amor animal.

La recomendación no es tanto dejar a nuestros perros o gatos en casa, sino exigir condiciones seguras, tanto para ellos como para los demás huéspedes. Porque la verdadera inclusión se construye con responsabilidad, no solo con una cama pequeña y un tazón de croquetas.

Lo que comenzó como una iniciativa inclusiva y amigable con los animales se ha transformado en un atractivo comercial para captar a un público dispuesto a viajar o consumir sin separarse de sus mascotas. Sin embargo, detrás del entusiasmo por esta apertura, se esconde una pregunta crucial que pocos se atreven a formular: ¿qué tan seguros son estos lugares para la salud humana y animal cuando no existen protocolos de bioseguridad?

Estos agentes causantes de enfermedades circulan en un ambiente sin control sanitario. El resultado puede ser una cadena de contagios silenciosa que se manifiesta días después del check-out, cuando estos establecimientos enfrentan un riesgo legal. ¿Qué sucede si una mascota muerde a otro huésped, destruye mobiliario, transmite una enfermedad o fallece durante su estancia? En ausencia de cláusulas específicas, el establecimiento puede ser señalado como responsable.

Desde el punto de vista ético, también es cuestionable que se promueva un modelo Pet Friendly sin preocuparse por el bienestar real del animal. Muchos hoteles no evalúan si las instalaciones son aptas para mascotas, lo que puede derivar en ansiedad, agresividad o estrés crónico.

La convivencia entre humanos y animales es una conquista social. Pero como toda conquista, requiere madurez y responsabilidad. El concepto Pet Friendly no debe ser solo una estrategia de marketing; debe ser una filosofía de respeto y cuidado mutuo. Las autoridades sanitarias y turísticas tienen el reto de crear normas específicas que regulen estos espacios.

Mientras tanto, la responsabilidad recae tanto en los establecimientos como en los tutores de los animales.

Porque un verdadero Pet Friendly no solo abre la puerta… también protege a quienes entran por ella.