Epidemia de cristal
SanaMente / Ana Paula González Toledo / Médico Psiquiatra
A lo largo de la bahía hay un problema de salud por abuso de sustancias. El cristal es una sustancia altamente adictiva compuesta principalmente de metanfetamina, y debido a su bajo costo, los jóvenes puedes acceder a ella fácilmente.
Al ingerir cristal la persona puede sentir euforia, insomnio y vigor dependiendo la dosis por aproximadamente 12 a 18 horas, sin embargo, al pasar el efecto, sucede exactamente lo contrario cansancio, desesperanza, sueño y una sensación de tristeza y enojo que pueden no ceder hasta ingerirla siguiente dosis.
A largo plazo el consumo de cristal produce una disminución importante en la calidad de vida, depresión, paranoia intensa, ansiedad, psicosis, anemia, desnutrición y un largo etcétera a nivel físico. El impacto en las familias de los pacientes adictos por cristal es devastador, la persona que cae en el círculo vicioso del consumo de metanfetamina se desgasta y desaparece poco a poco.
Entre los grupos de alcohólicos anónimos y entre las personas donde se mueve la sustancia, es bien sabido que los consumidores a menudo tienen ideas suicidas y es común que terminen colgándose a sí mismos, con la finalidad de morir. De hecho, el ahorcamiento es la forma más frecuente de muerte por suicidio en este grupo de la población.
Atiendo a muchos pacientes jóvenes de distintas comunidades, desde Punta Pérula a la Cruz de Huanacaxtle, y lo que más me impresiona es que invariablemente me comentan que son muchísimas las personas en sus comunidades, que al igual que ellos, consumen cristal, que las autoridades saben perfectamente quién distribuye, dónde se reúnen para usar la droga, y que nunca han hecho nada.
Considero que todos estos pacientes son víctimas de una infraestructura deficiente, donde por un lado las drogas fluyen a raudales, que al parecer nadie detiene ni regula, y por otro lado, no hay escuelas ni oportunidades de crecimiento para ellos. Ojo que no estoy tratando de justificar a nadie, pero cuando analizo sus casos, realmente creo que sus vidas serian distintas si hubieran nacido en algún otro lugar del mundo donde haya menos acceso y más orden, porque, aunque somos dueños de nuestro propio destino, nos encontramos sujetos a ciertas circunstancias innegables que en muchas ocasiones no son las mejores.
Es lamentable escuchar a adolescentes que en algún punto fueron inteligentes y tenían toda una vida por delante, decir que no pueden dejar de consumir y que no le encuentran sentido a la vida. Ojalá yo ya no viera casos así, ojalá alguien pudiera e hiciera algo, ojalá que las autoridades tuvieran interés y autoridad.