El valor del miedo
Alguna vez nos hemos puesto analizar ¿Por qué sentimos miedo? ¿Qué nos dice nuestro miedo? ¿Cuál es el verdadero significado de está emoción?
En la actualidad tenemos miedo porque nos sentimos inseguros en nuestro patrimonio y en nuestra integridad física, los actos de vandalismo y corrupción invaden todas las esferas; no podemos estar tranquilos ni dormidos, ni despiertos.
Según algunos eruditos en el tema, el miedo es una sensación que el ser humano desarrolló como método psíquico de autodefensa ante un riesgo inminente o imaginario. Sentir un poco de miedo es bueno, porque alerta nuestros sentidos.
Pero lo malo es cuando este sistema de defensa obnubila nuestra mente. En niveles muy altos, el miedo puede causar ciertos grados de deterioro físico, mental, e incluso locura. Nos puede llevar a hacer cosas que normalmente no haríamos. A veces confundimos los actos de los demás por obra del miedo como actos de su personalidad y los catalogamos de cobardes, incluso como malas personas cuando nos rechazan, discriminan o dañan en nuestras pertenencias, derechos o en nuestro ser.
Podemos observar el miedo que sentimos al momento de analizar honestamente nuestra vida. Y más importante aún, al conectarnos con esta energía, podemos transformar nuestro miedo en la fuerza que nos motive a traer cambios positivos en nuestra manera de vivir. El filósofo griego Epicteto mencionó que— No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo—.
También es interesante la postura de Samuel Johnson, quien sostiene que cada concesión sumisa a nuestro miedo expande el dominio del mismo. No sólo desperdiciamos ese tiempo en que los males que tememos pudieran ser sufridos y superados en el acto; por el contrario, mientras que la dilación no alivia en ninguna forma nuestros problemas, sino que los vuelve cada vez menos superables al instalar terrores habituales.
Esto es muy simple: cuando lleguemos al mundo superior, se nos mostrará la verdadera grandeza de nuestra alma. Es cierto que para algunas personas, esto va a ser una experiencia dolorosa. Verán el gran potencial espiritual que tenían y se van a dar cuenta de cómo desperdiciaron este maravilloso regalo.
Al recordar su vida pensarán ¡Poseía un gran tesoro y no lo aproveché! Si sólo conociéramos y apreciáramos nuestra grandeza —estaríamos constantemente esforzándonos para aprovechar nuestro regalo al máximo— Si el pensarlo nos inspira un cierto miedo, ese miedo puede ser una bendición. Usémoslo como el combustible que nos impulsa a compartir diariamente y a convertirnos en un ser humano responsable de nuestros actos.
El verdadero opuesto del amor no es el odio, sino el miedo; no se puede amar a quien se teme, no existe mayor distancia entre dos corazones. Por ello debemos concebir “El valor del miedo”.