El valor de la comunidad
Aprendiendo a ser feliz / Hania Sosa / Psicóloga
En las últimas semanas ocurrieron situaciones que me llevan a reflexionar en algo que quizás se esté perdiendo en algunos lugares, que es el hecho de darle valor a nuestra comunidad, pero literalmente a nuestra comunidad; es decir, a nuestros vecinos y a las personas que viven en los alrededores de nuestro domicilio.
En los poblados o lugares pequeños, es muy común que la gente se conozca entre sí, o que por lo menos sepan cómo se llaman, y muy probablemente sepan también a qué se dedican; si tienes alguna duda sobre dónde conseguir algún artículo, no falta quién te pueda decir con exactitud dónde lo puedes encontrar y hasta cómo se llama la persona encargada del negocio.
Evidentemente esto es mucho más sencillo de llevar a cabo en lugares pequeños en cuanto a territorio y donde no hay tanta población, pero eso no implica que no podamos hacer algo semejante en nuestra comunidad.
Es obvio que quizás no tengamos oportunidad de conocer a todas las personas de la colonia en la que vivimos (dependiendo de su tamaño), pero sí podemos empezar por hacer el esfuerzo de familiarizarnos con los que viven en nuestra cuadra o por lo menos los que vivan en nuestra calle.
Sin lugar a dudas, habrá domicilios en donde esto sea más fácil, quizás en los cotos o edificios de departamentos, pero, aun así, de pronto podemos caer en el desconocimiento de aquellas personas que viven a un lado de nosotros.
Apenas este domingo tuve la oportunidad de auxiliar a mis vecinos, quienes necesitaban llevar a su bebé al hospital con urgencia, pues parecía que había dejado de respirar tras haberse golpeado la cabeza. Afortunadamente el incidente no pasó de un susto, pero definitivamente estás situaciones hacen tomar en cuenta la importancia de esa comunidad. Incluso tenía tan sólo una semana que otra vecina había convocado a reunirnos los vecinos de la calle para llegar a acuerdos de interés para todos y, aunque a mí no me fue posible participar, me aseguré de contactarles para estar al tanto, porque se entiende que no siempre se puede participar de dichas convocatorias; sin embargo, a pesar de que sí acudieron algunos, se sigue notando la indiferencia de muchos; y es que a lo mejor está la mentalidad de creer que no es necesario, pero realmente nunca se sabe cuándo se podría necesitar de los demás, sobre todo de alguien que esté alcanzable de manera inmediata y eso justo son nuestros vecinos.
Me gustaría aprovechar esta ocasión para incentivar a que hagamos un esfuerzo por hacer esa diferencia en nuestra comunidad. Hacer un llamado a sensibilizarnos un poco, ya que, al final, los beneficiados seremos nosotros.
Algo tenemos que hacer para dejar en el olvido esta época en la que poco nos importa mucho lo que le ocurra al de al lado, literalmente al de al lado. No nos cuesta mucho retomar las viejas costumbres de presentarnos con los vecinos, saludar y ofrecer un poco de ayuda cuando se requiera. Sí lo hiciéramos en nuestra calle, se podría ir esparciendo el ejemplo a la colonia y podríamos ir generando un efecto muy positivo en nuestra ciudad.