El segundo piso de la transformación

Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Ex rector de la Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta

Para seguir con el segundo piso; se requiere un alto crecimiento del PIB para ampliar los programas sociales

Tal como lo anticipó el presidente Andrés Manuel López Obrador, las elecciones del pasado 2 de junio fueron una especie de plebiscito para constatar si los mexicanos aprobaban su gobierno y si estábamos de acuerdo en continuar con la transformación de la vida nacional.

El aplastante triunfo de Claudia Sheinbaum demostró que el 60% de los mexicanos respaldan la continuación de un nuevo régimen que comenzó a instaurarse a partir de 2018 con el triunfo de Morena. El mismo porcentaje de la población que votó por Sheinbaum, es el que invariablemente confirmaba en todas las encuestas que los mexicanos aprobaban la gestión del presidente y su gobierno.

El llamado de Andrés Manuel a votar por el “Plan C” y el voto masivo 6 de 6, se refleja no sólo en el indiscutible triunfo de Morena y sus aliados, sino también en que ganaron las dos terceras partes de la cámara de diputados y de senadores; lo que le permitirá al nuevo gobierno tener mayoría para introducir los cambios constitucionales que se requieran para consolidar el denominado segundo piso de la transformación.

A pesar de que el triunfo de Claudia Sheinbaum es inobjetable, la oposición sigue insistiendo en que hubo fraude, que fue una elección de Estado, que son necesarios los contrapesos y que estamos transitando de la democracia al autoritarismo.

En realidad, lo que estamos viviendo en México es una democracia que se refleja en una tardía alternancia entre gobiernos de izquierda y gobiernos de derecha; pues salvo el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), siempre habíamos sido gobernados por la derecha, bien de la mano del PRI o de la mano del PAN.  Por eso, el pueblo de México decidió democráticamente que lo siguiera gobernando un régimen de izquierda.

Pero no debemos confundir el socialismo moderno de la izquierda mexicana con el trasnochado socialismo autoritario de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Y cuando hablo de socialismo moderno, me refiero al socialismo de mercado que se instauró en Europa a principios de la década 1980; un socialismo que sirvió de referencia y formación teórica a los de nuestra generación, que es la edad promedio del presidente Andrés Manuel y la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Por eso, estoy seguro que esta izquierda que hoy por hoy seguirá gobernando en México, no tendría por qué  parecerse al socialismo utópico y autoritario instaurado en la  URSS  en 1917 o en la Alemania Oriental en 1949.

Y aunque hay muchas críticas a la política económica de este gobierno, en el que se han realizado grandes obras de infraestructura; éstas servirán de base para lograr un crecimiento sostenido.

Sobre todo porque, hasta ahora, todos los programas sociales se han implementado con los ahorros derivados de la denominada austeridad republicana, con los recursos de los fideicomisos y  con las reformas a los fondos de pensiones. Por eso, para seguir con el segundo piso; se requiere un alto crecimiento del PIB para ampliar los programas sociales, mejorar la seguridad pública, los servicios de salud, la educación e impulsar el uso de energías limpias para la sustentabilidad.