El Reloj de Sol
Voceros Incansables / Félix Fernando Baños
Esta talla directa en piedra es la única escultura sobreviviente del paquete decorativo que instaló el ingeniero Alberto Uribe Valencia, Presidente de la Junta de Mejoras Federales, en la plaza Aquiles Serdán cuando la remodeló en 1970, en función de la visita que harían a Puerto Vallarta los Presidentes, de México, Gustavo Díaz Ordaz, y de los Estados Unidos, Richard Milhous Nixon.
Para empezar su obra, el ingeniero Uribe cambió a la Plaza de Armas (que remodeló también), la estatua de Ignacio Luis Vallarta, instalada en 1964 en la plaza Aquiles Serdán. Enseguida, excavó la parte contigua a la calle Zaragoza y le forjó una gradería para hacer un teatro al aire libre al estilo de los griegos de la época clásica. El Angelote, Los Arcos y el Reloj de Sol, restos de alguna edificación tapatía del siglo XVIII, fueron el conjunto ornamental que culminó la identidad del teatro vallartense.
De esos tres elementos, el Angelote desapareció, devorado por la erosión, allá por los años ochenta; Los Arcos también desaparecieron, destruidos por el ciclón Kenna en 2002; Los Arcos que tenemos ahora son una copia. Y el Reloj de Sol también desapareció en 2011, durante la administración del Ayuntamiento presidido por el licenciado Salvador González Reséndiz. El despacho contratista de la fusión del Paseo Díaz Ordaz y el Malecón en una sola plancha de concreto, Trama Arquitectos SC/Estudio 3.14, lo retiró de la plaza Aquiles Serdán sin que se sepa a dónde lo llevaron. Lo único que existe en los expedientes de la Jefatura de Patrimonio Municipal es una fotografía escaneada, con el curioso título de “La Piedra Azteca”, sin ningún otro dato más.
Este reloj de sol está tallado en ambas caras de una piedra dura, de tono amarillento, con la parte superior arqueada y uno de sus costados irregular, probablemente afectado por un golpe. En ambas caras se hicieron incisiones de las doce horas del día, de las seis de la mañana a la seis de la tarde, en forma de números romanos dispuestos en círculo alrededor de un agujero destinado al gnomon. En una de las caras rodea el círculo una elipse en la que se encuentran los signos del zodíaco, y en la otra las cuatro estaciones, de manera parecida al reloj del Museo Regional de Guadalajara, sólo que en versión popular.
Por su pesadez, el reloj siempre estuvo sobre la jardinera rectangular puesta más al norte de las tres que hubo entre la cávea del teatro al aire libre de la Plaza Aquiles Serdán y la banqueta contigua a la calle de Morelos. El Reloj de Sol, por el norte, y el Angelote, por el sur, delimitaban diagonalmente el teatro al aire libre, coronado por Los Arcos.
Por estar puesto sobre el césped y no en lo alto de un edificio, como cuando indicaba las horas, la inmensa mayoría de quienes lo vieron no supieron qué clase de objeto era ni cuál era su valor. fbanoslopez80@gmail.com