El Pescador
Voceros Incansables / Por Félix Fernando Baños
Esta escultura se encuentra frente al mercado municipal del río Cuale, en el jardincito triangular donde las calles Agustín Rodríguez, Libertad y Miramar confluyen hacia el acceso del primer puente que cruzó la isla.
El punto que se escogió para instalarla es significativo por varias razones. En primer lugar, por haber marcado el límite sur del Puerto de Las Peñas de Santa María de Guadalupe entre 1851 y 1918, y luego de Puerto Vallarta hasta la construcción del primer puente, en 1959. A partir de entonces, se convirtió en el gozne de integración del Centro con la colonia Emiliano Zapata y en la puerta para llegar a El Tuito por tierra. También era el ingreso a Gringo Goulch. Y después se convirtió en eje del cada vez más importante comercio placero local, para cuyo soporte fué necesario construir dos mercados sucesivos, el segundo mucho mayor que el inicial, aprovechando el amplio terreno por el que divagaba el río en sus crecidas.
El 12 de enero de 1996 la develó el Presidente Municipal Luis Fernando González Corona, su promotor junto con el Colegio de Arquitectos de Puerto Vallarta. El arquitecto David Loera Márquez donó el proyecto y su construcción. La escultura fue comisionada por el H. Ayuntamiento al maestro Ramiz Barquet y donada por la señora Nelly Galván de Barquet.
Vaciada en bronce patinado de verde azuloso, la figura representa un pescador descalzo, con el torso desnudo, los pantalones arremangados a media pantorrilla y cubierto con su sombrero de palma, que va ofertando por la calle tres grandes pescados, los cuales, enganchados por la boca, cuelgan de una reata sujeta a la caña del remo, bajo cuyo peso se encorva al caminar cargándola sobre los hombros.
Ramiz Barquet inmortalizó, pues, el pregón de venta característico de los pescadores vallartenses cuando repartían a domicilio el producto de su trabajo, recién sacado del mar. Si acaso, dejó a la imaginación de los espectadores el cuchillo con que golpeaban el remo para avisar de su paso a las amas de casa.
Y no porque lo hubiera querido Ramiz, sino por el latrocinio de un depredador, por años se vieron obligados los espectadores a imaginar también los pescados, que el ladrón se llevó con todo y reata.
Gracias al Instituto Vallartense de Cultura los repuso en 2019 el licenciado Gustavo López Ochoa, a quien se encargó la restauración de El Pescador. Por respeto al modelado del maestro Barquet, para que no fuera a creerse con el tiempo que eran los originales, el licenciado Gustavo López Ochoa hizo más chicos los nuevos pescados. Ya reparada, la escultura nos brinda ahora, simultáneamente, la creación del autor, el recuerdo de la fechoría del delincuente y el trabajo de reparación.
Al evocar un acto de venta popular propio de Puerto Vallarta, Ramiz nos descubrió, sin entrar en particularidades geográficas o temporales, la esencia del hombre mismo, de anatomía vuelta fluida por el oficio marino y endurecida por las pacientes esperas. fbanoslopez80@gmail.com