El negocio animalista

Conciencia Animal / Por: MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez

Crítica al modelo de negocio detrás de ciertos movimientos animalistas

Pocos se han dado cuenta, e inclusive podría decirse que ni los propios activistas lo saben, que dentro de la ideología animalista existen varias posturas muy distintas entre sí. Por lo tanto, lo que realmente existe no es un solo movimiento unificado, sino varios enfoques dentro del mismo: el proteccionismo, derivado del antropocentrismo moral; el bienestarismo, originado en el utilitarismo; y una corriente más radical y utópica, el veganismo, que puede interpretarse como una versión distorsionada del biocentrismo, casi como si fuera el resultado de un “teléfono descompuesto”.

Entre la ideología y el lucro

Más allá de las diferencias filosóficas, existe una práctica que trasciende estas divisiones y que no tiene que ver con los ideales que se proclaman: ciertas organizaciones y activistas no buscan generar conciencia real, sino organizar campañas cuyo objetivo principal es recaudar dinero para autofinanciarse. En muchos casos, esta recaudación sirve para que sus dirigentes puedan vivir “profesionalmente” de estas actividades, sin rendir cuentas ni pagar impuestos.

El modelo básico de este negocio se centra en presentar, mediante fotos, videos o audios, un supuesto acto de crueldad hacia un animal de manera aislada. Esto genera una respuesta emocional en la sociedad, seguida inmediatamente de una solicitud de donaciones para “resolver” el problema. Sin embargo, en la mayoría de los casos, lo que se presenta no es un análisis de las causas ni propuestas para prevenir estos incidentes, sino un evento puntual que sirve como pretexto para obtener recursos económicos. La concientización no genera ingresos, pero el drama sí.

La explotación de la compasión

Este modelo no se limita a grandes organizaciones internacionales o nacionales; también es utilizado por colectivos más pequeños o activistas independientes. Al igual que en una secta o un partido político, en algunos casos se busca convertir a sus seguidores en obedientes replicadores de las órdenes de la cúpula. En otros casos, son individuos quienes lucran con estas prácticas.

Para garantizar que su modelo sea rentable, estas organizaciones o personas suelen reunir un gran número de donantes, utilizando publicidad engañosa y datos maquillados sobre sus logros, como cirugías realizadas, reformas legales o avances en el bienestar animal. Muchas veces, las imágenes que difunden son falsas, ya realizadas anteriormente o reflejan acuerdos superficiales que no solucionan los problemas de fondo. Sin embargo, en una época donde es fácil prohibir o exigir sin reflexionar, la mayoría de las personas cree ciegamente en estos mensajes, sin investigar más allá.

¿Qué se necesita? Transparencia y regulación

El verdadero objetivo de estas prácticas no es establecer fundamentos sólidos para el bienestar animal ni fomentar la tenencia responsable. Su finalidad es obtener dinero para mantener económicamente a la organización o al individuo detrás de estas campañas. Esto no significa que todos los activistas caigan en estas prácticas, pero sí que existe una falta de regulación que permite estos abusos.

Es urgente que las autoridades supervisen y regulen estas organizaciones y actividades individuales, garantizando que el dinero recaudado sea utilizado de forma ética y transparente. Aquellos activistas que actúan con honestidad no deberían tener ningún problema con rendir cuentas, y de este modo se podría evitar que otros lucren con una causa noble.

Un llamado a la reflexión

A la sociedad en general, se le invita a ejercer criterio y reflexión antes de donar. No basta con tranquilizar la conciencia entregando dinero sin indagar. Es importante investigar para asegurarse de que los recursos aportados realmente se destinen a causas que generen un impacto positivo y duradero.

De no frenarse este tipo de prácticas fraudulentas, llegará un momento en que nadie querrá hacer caridad por miedo a ser engañado. La solución no es dejar de ayudar, sino buscar el equilibrio: reflexionar antes de apoyar y exigir transparencia en cualquier causa. El cambio comienza en nosotros.