El futuro de la guerra arancelaria de Donald Trump
Hablemos en serio / Por: Dr. Javier Orozco Alvarado /Ex rector del Centro
La política arancelaria de Donald Trump constituye uno de los principales temas que preocupan actualmente a los mexicanos, junto con problemas estructurales como la corrupción en las aduanas, la impunidad de la élite gobernante, el poder plutocrático del Congreso, las campañas anticipadas del oficialismo, la parcialidad electoral del poder judicial y la inacción de las autoridades ante el grave problema de las desapariciones forzadas. Mientras lo primero depende de los vaivenes políticos de nuestro vecino del norte, lo segundo responde a decisiones de quienes nos gobiernan.
El tema que nos ocupa ahora, por su trascendencia económica para el país, es analizar las causas detrás de los aranceles impuestos por Trump y el futuro del acuerdo comercial trilateral conocido como T-MEC.
La decisión de Estados Unidos de exentar a México de los aranceles recíprocos del 10% aplicados a otros países, o de imponer tasas específicas del 25% al acero y aluminio y del 12% a exportaciones que incumplan las reglas del Tratado, no obedece a una supuesta capacidad negociadora de México ni a nuestra condescendencia, sino que forma parte de una estrategia estadounidense para dominar el comercio global, atraer inversiones y consolidar su bloque comercial.
El tratamiento arancelario diferenciado hacia México refleja la forma en que nuestro país ha establecido sus relaciones comerciales con Estados Unidos y el mundo. Particularmente porque los acuerdos comerciales de México con otras naciones han facilitado el llamado “salto arancelario”, mediante la importación de bienes, materias primas y componentes que se incorporan a productos finales exportados a Norteamérica sin cumplir con el 70% de contenido regional exigido. En concreto, México importa acero, aluminio y componentes de China, Europa y otros países para luego exportarlos como productos terminados a Estados Unidos.
Inicialmente, Trump utilizó la amenaza arancelaria contra México y Canadá como herramienta para controlar los flujos migratorios y el tráfico de fentanilo, aunque siempre consciente de que no transgrediría las normas del T-MEC -tratado que él mismo renegoció en 2019 y calificó como “el mejor del mundo”.
La imposición generalizada de aranceles del 10% a terceros países, junto con tasas especiales del 20%, 30% o hasta más del 40% para determinadas naciones, forma parte de su estrategia para presionar a las empresas a invertir directamente en Estados Unidos. Este movimiento prepara el terreno para una posible transformación del T-MEC en una Unión Aduanera durante la renegociación prevista para 2026.
La creación de una Unión Aduanera representaría un nivel superior de integración económica, manteniendo los principios fundamentales del Tratado -como la eliminación de aranceles internos y la libre circulación de capitales-, pero estableciendo un arancel externo común. Este mecanismo, además de liberalizar completamente el comercio intrarregional, aplicaría una tarifa uniforme a las importaciones extrazona, evitando así el aprovechamiento del salto arancelario por parte de terceros países que utilizan a México como plataforma para acceder al mercado estadounidense sin cumplir las reglas de origen.

