El cambio estructural en México
Hablando en Serio
Javier Orozco Alvarado
Profesor-Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
En lo que va del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, se han estado llevando a cabo importantes reformas estructurales en favor de quienes por décadas estuvieron en el abandono (campesinos, obreros, profesores, mujeres, ancianos, discapacitados, etcétera). Estamos, a mi entender, frente a un nuevo modelo de desarrollo más incluyente, menos elitista y sostenible en el largo plazo.
Aunque muchos de los opositores acusan a este gobierno de repetir los mismos vicios que en el pasado; de ser un régimen centralista, autoritario, intolerante y antidemocrático, la realidad es que seguimos siendo una economía de mercado que ahora busca ser más justa, pues en realidad estos cambios estructurales no apuntan ni a un cambio de sistema político, ni al socialismo o el comunismo, puesto que seguimos siendo un régimen democrático que sólo pretende perfeccionar el sistema económico y político para lograr una mayor equidad.
Si bien en el país una tercera parte de la población está inconforme con estos cambios, es porque han perdido o han visto amenazados sus privilegios. Y como es natural, quienes detentan el poder de los medios de comunicación, la educación, la ciencia o la política nacional, tienen en sus manos los instrumentos para defender los privilegios de una élite que se vio favorecida por más de ochenta años de gobiernos antipopulares.
Por principio de cuentas, es natural que tanto las grandes empresas extranjeras como las nacionales estén en desacuerdo con el gobierno porque ahora sí tendrán que pagar impuestos. Lo mismo sucede con la desaparición de los fideicomisos, de cuyos recursos se veían favorecidos unos cuantos para mantener sus séquitos y un estilo de vida faraónica. O que decir de las empresas editoriales y de medios de comunicación, que se beneficiaban de los grandes contratos publicitarios para encubrir los despilfarros y los malos manejos de gobiernos corruptos; empresas que ahora acusan al gobierno de represión y privación de las libertades periodísticas.
Pero la lista de los inconformes no para ahí, porque quienes tenían el monopolio de las compras y distribución de medicamentos a nivel nacional se han visto afectados por la intervención del gobierno en favor del abasto de medicamentos. Esos y otros vicios caracterizaban a las farmacéuticas privadas y a quienes tenían a su cargo el avance de la ciencia. Por eso es que el gobierno del presidente Andrés Manuel, también busca limpiar de la corrupción el manejo de los recursos que se destinaban al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de los cuales se beneficiaban las élites empresariales, administrativas y académicas. Pues, de hecho, según los informes oficiales, casi el 50% de los fondos de Conacyt eran transferidos al sector privado. Tanto las universidades públicas, como los investigadores y las ciencias básicas estaban en total abandono; situación que colocó a México como el país con el más pobre desempeño en el contexto internacional, con 0.7 investigadores por cada mil habitantes.
Sin pretender decir que con estas reformas estructurales la situación del país está resuelta; la verdad es que, hasta hora, hay un significativo avance en materia de desarrollo institucional. Aunque una tercera parte de la población no aprueba del todo la gestión del actual presidente de la república, el hecho es que según la última encuesta de Mitofky, en septiembre de 2021, el 62.9 %, casi dos tercios de la población, se inclinarían porque el presidente Andrés Manuel permanezca en la presidencia bajo el referendum.
En el campo, según la encuesta Mitofsky, el presidente mantiene una aceptación del 84.1%; entre trabajadores del sector informal un 79.7%; empleados un 69.1%; profesores 68.6%; profesionistas 51.0% y empresarios 45%.
Contrariamente a la campaña mediática que han desatado en contra del presidente Andrés Manuel algunos actores de esa élite que por décadas se benefició de un sistema corrupto y excluyente, como es el caso de los escritores y empresarios Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze o el político foxista Jorge Castañeda; lo cierto es que el pueblo sabio, del que estos personajes se mofan casi cotidianamente, es quien está a favor del presidente y de la revolución pacífica que está viviendo el país por el bien de todos los mexicanos.