Deshidratación en recién nacidos
Dra. Vanessa A. Parra Estrada / @vanefropedia / Nefróloga Pediatra
Hace unos días llegó a mi consultorio una recién nacida de 10 días de vida con coloración amarillenta de ojos y cuerpo, peso bajo, pérdida de peso, pesaba mucho menos con respecto al peso con el que nació y además orinaba poco. Todos estos son datos de deshidratación en recién nacidos, aquí te voy a decir por qué sucede y cómo podemos evitarlo.
¿Por qué se deshidratan los recién nacidos?
Los bebés menores de 6 meses obtienen agua a través de la lactancia, leche materna o fórmula láctea. Si la alimentación no es correcta, el bebé no recibe suficiente agua, provocando deshidratación. Los recién nacidos tienen más riesgo de deshidratarse porque el 80% de su cuerpo es agua.
Hablamos de alimentación incorrecta cuando el bebé no succiona bien o dura muy poco tiempo “pegado” al seno materno (menos de 20 minutos), no hay adecuada producción de leche porque la madre no toma suficiente agua, no hay una correcta preparación de la fórmula, por ejemplo, diluir más polvo en menos agua, recuerda que la proporción correcta es 1 onza de polvo en 1 onza de agua.
También puede pasar que la técnica de alimentación sea buena, pero el bebé esté perdiendo agua, situaciones como mantenerlo muy abrigado y acobijado, lo que aumenta la temperatura de su cuerpo y pierde agua a través del calor. Los vómitos, diarrea, reflujo aumentado, también son formas de pérdida de líquidos en los bebés.
¿Cómo podemos detectar que un bebé está deshidratado?
Lo primero es que comience a orinar menos, es decir, disminución en la cantidad de pañales mojados al día, lo normal es que los bebés mojen solo de orina de 3-5 pañales al día. La coloración amarilla del cuerpo, llamado ictericia, en las primeras 3 semanas de vida también puede ser un dato de deshidratación, así como la fiebre (temperatura >38º), piel rugosa, boca seca y tener la fontanela anterior sumida o coloquialmente conocido como “mollera caída”.
La deshidratación en los recién nacidos es peligrosa, conlleva complicaciones como convulsiones, falla de los riñones y hasta la muerte. Es por ello que es muy importante saber cómo evitarlo y de que forma podemos detectarlo a tiempo. Recuerda siempre acudir a tu pediatra para una adecuada valoración.