Cuentas claras lo más sano

Red Interna / Humberto Famanía Ortega

Busquemos un nuevo panorama, reforzando nuestros valores, analizando prioridades más reales y sensatas, a fin de dar respuestas más congruentes a nuestras demandas.

Para cualquier administración municipal, estatal o federal, cuando el manejo de sus recursos se realiza de manera transparente, la confianza de la población a la que gobierna siempre avalará las acciones que se lleven a cabo en el ámbito gubernamental. Pero, sobre todo, la responsabilidad de sus funcionarios, quienes son signos de madurez y lealtad a la institución a la que pertenecen, contribuye a una sociedad dinámica y vigorosa en un proceso de cambio y superación de retos.

Siempre habrá crítica, positiva o negativa, porque hoy en día existe una sociedad más demandante. Lo único que nos queda es seguir luchando para que nuestros funcionarios públicos realmente sirvan a la función pública con lealtad, honradez e inteligencia, y para que se realice un trabajo más organizado. Desechemos a todos aquellos servidores públicos que se han aprovechado de las circunstancias en las que supuestamente han servido, dejando mucho que desear en su actuación. Basta con hacer un repaso a través del tiempo y encontraremos a verdaderos pillos que siguen pavoneándose por las calles y ante la sociedad como los gurús de la prosperidad.

Moral en la función pública

Por eso reflexiono ante estas situaciones, en las que han convertido la carrera administrativa pública en oportunidades de negocio personales. Moral, amigos lectores, es una palabra de profundo significado en la función pública. Yerra quien cree que moralizar es fácil o que es cuestión de prédica oportuna. Moral es honradez, rectitud, decoro y escrúpulo. Es una montaña abrupta y empinada, no un llano terso; es una cuesta que no se escala solo con lecciones o amonestaciones. Demanda mucho, mucho más, y sobre todo, demanda ejemplos; exige conducta ejemplar en el servidor público, cualquiera que sea su cargo administrativo.

Los vicios del poder

Siempre he creído en la transición democrática de los gobiernos. Es aquí donde se desechan aquellos grupos políticos que han permanecido enquistados en el poder y han formado verdaderos cotos, lo que hace difícil la tarea de gobernar en cualquier administración. No se puede seguir de esta manera si queremos encontrar progreso; se necesitan evaluaciones periódicas. Ojalá quienes las realicen sean personas probadas en su lealtad y profesionalismo, con un órgano fiscalizador que emane de la sociedad.

Urge desenmascarar a los deshonestos cuyo actuar siempre ha estado basado en la hipocresía y la mentira. Ahora se cubren bajo un velo lleno de falsedades, pero estoy seguro de que, tarde o temprano, sus acciones saldrán a la luz pública.

Para obtener justicia

El pueblo habla constantemente de justicia en su comunidad. La mejor forma de obtenerla es mediante la comunicación diaria entre todos sus moradores, para no ser aliados del silencio y del contubernio. Por eso, las cuentas claras serán siempre sinónimo de salud en las finanzas públicas y de la actuación de sus funcionarios. Es tiempo de mostrar valentía, de demostrar que hay capacidad de protesta y espíritu de servicio, donde los vallartenses, con su vigor y responsabilidad, canalicen su rebeldía por el sendero positivo del trabajo, sin ápice de indolencia ni apatía. Creo en la savia que nos fue legada por nuestros ancestros para corregir rumbos que nos lleven a estadios mejores.

Nuestras preocupaciones se agravan cuando no encontramos eco, cuando hay un vacío en la información de la realidad en que nos encontramos, y por ende, la sociedad en la que nos desarrollamos se muestra confusa y con un gran deterioro en la confiabilidad de sus componentes. Me queda claro que somos miembros de una generación que se está forjando en momentos difíciles. Viejos, jóvenes y niños debemos integrarnos. Es mentira que cada persona, según la etapa de su vida, deba conformarse con sus circunstancias. Es tiempo de olvidar actitudes revanchistas y de acelerar el paso para superar el cansancio. Hagamos un esfuerzo adicional para la consecución de nuestras metas y así daremos el golpe final al mal que nos acecha constantemente: la incertidumbre.

Un nuevo panorama

Busquemos un nuevo panorama, reforzando nuestros valores y analizando prioridades más reales y sensatas, para dar respuestas más congruentes a nuestras demandas. Definitivamente, el trabajo redime la naturaleza humana, ya que es la herramienta fundamental para la construcción de nuestro destino. Por eso, debemos derrotar el síndrome de la desconfianza. Asestémosle un golpe con la energía de nuestros anhelos y marchemos juntos, eliminando obstáculos en nuestro camino. Así, el mal desaparecerá de forma fugaz.

Existen enquistamientos dentro de las sociedades que se mantienen estables y se conforman ante los infortunios circunstanciales en los tiempos problemáticos de nuestra comunidad. Les repito: levantemos la guardia. Mantengamos siempre la fuerza que nos da el espíritu y hagamos más recia y penetrante la condición de raza que nos legaron nuestros antepasados. Podemos seguir adelante y vencer siempre las tormentas de la intolerancia. Solo así navegaremos hacia tierra firme para llegar a la cúspide de una vida donde el bienestar se conserve siempre creciente y armónico.

Los vallartenses bien nacidos tenemos la decisión de participar con el caudal íntegro de energías, ideas y recursos en nuestros propósitos de desarrollo. Propugnemos siempre por ampliar la capacidad de administración y gestión de nuestro municipio, porque deseamos que deje de ser únicamente una expresión de tesis constitucional y se convierta en un verdadero activo de este gran estado de Jalisco y de México. Solamente con cuentas claras lo lograremos, tanto en lo financiero como en el recurso humano. Somos una generación que desea formar parte de la renovación de nuestros anhelos, con actitud positiva.