Cortés y la Mar del Sur
Uno de los aspectos poco conocidos de Hernán Cortés fue su interés y obsesión por conocer los secretos de la “Mar del Sur” como era conocido el Océano Pacífico en el siglo XVI.
Y es que, tras la desastrosa expedición a las Hibueras (la actual Honduras) que duró de 1524 a 1526, Cortés buscó reencontrar su vena aventurera concentrándose en el camino al oriente para llegar a Asia y sacar ventaja del comercio de las especias. Además, al conquistador castellano lo movía el “furor por la acción y los peligros”, como comenta José Luis Martínez, toda vez que la “Mar del Norte” (el Golfo de México) era una ruta consolidada, el medio de comunicación entre España y su virreinato.
Antes de lanzar sus tres expediciones por el Pacífico, Cortés contribuyó en el financiamiento del viaje a Filipinas de García Jofre de Loaísa en 1527, quien estaba empeñado en encontrar un trayecto que favoreciera a la corona de Castilla.
Respecto a las tres expediciones de Cortés por la Mar del Sur, la primera salió de Acapulco en junio de 1532, en dos navíos: “San Marcos” (La Capitana) y el “San Miguel”, teniendo al mando a Diego Hurtado de Mendoza, apoyado por 6 oficiales y 80 soldados. La instrucción era explorar las islas y costa del Pacífico, más allá de la provincia de la Nueva Galicia, gobernada por Nuño de Guzmán y que llegaba hasta lo que hoy es Sinaloa.
Tras hacer dos escalas (una en Santiago de Buena Esperanza, hoy Manzanillo, así como en San Blas), descubrieron las islas Marías a las que llamaron la “Magdalena”. Por rencillas internas, las dos naves se dividieron: la “San Marcos” enfrentó un temporal, naufragando y pereciendo todos, mientras que la “San Miguel”, se hundió en la Bahía de Banderas; de los 20 tripulantes, diecisiete fueron asesinados por los indios de nuestra región y los tres sobrevivientes alcanzaron a llegar con Nuño de Guzmán, quien tomó nota de los sucesos.
La segunda aventura marítima liderada por Cortés comenzó a fines de octubre de 1533, saliendo del puerto de Santiago (hoy Colima) con dos naves al mando de Diego Becerra (siendo la capitana la “Concepción”) y Hernando de Grijalva (“San Lázaro”). Otra vez la mala fortuna los acompañó ya que las dos naves se separaron por intensos vientos y nunca volvieron a encontrarse. Además, en la nave capitana hubo un motín del piloto Fortún Jiménez, quien asesinó a Becerra por malos tratos; a pesar de ello, alcanzaron la península de Baja California fundando Santa Cruz, hoy La Paz.
A Jiménez lo asesinaron los indios tras desembarcar y los sobrevivientes regresaron a la costa de Jalisco, requisando la nave el gobernador Nuño de Guzmán. Por su parte, Grijalva descubrió las islas Revillagigedo, alcanzando las coordenadas 18º norte y 112º oeste; finalmente retornaron a Acapulco en febrero de 1534.
La última expedición tuvo a Hernán Cortés como protagonista, toda vez que consideraba que su presencia era necesaria para alcanzar el éxito de la empresa. La sola mención de su nombre atrajo a más de 320 personas quienes se alistaron para navegar en tres naves: la exitosa “San Lázaro” y las nuevas “Santa Águeda” y “Santo Tomás”, partiendo de Salagua (hoy Manzanillo) en 1535. Cortés los alcanzaría en Chametla (Sinaloa) y para ello, tendría que atravesar la Nueva Galicia, gobernada por su enemigo Nuño de Guzmán. Pero el desenlace fue igual de trágico que en las anteriores incursiones y todos “maldecían a Cortés y a su isla y bahía y descubrimiento”, en palabras de Martínez. Tras las súplicas del virrey Antonio de Mendoza, Cortés regresó a Acapulco un año después y en junio de 1536 ya estaba asentado otra vez en su residencia de Cuernavaca.
Vale señalar la miseria de la tierra descubierta, un desierto donde todo faltaba. La inutilidad del nuevo hallazgo significó un duro revés para Hernán Cortés, quien sumido en deudas y descrédito cesaría sus andanzas por la Mar del Sur. Pero los descubrimientos geográficos fueron innegables y con ello, los habitantes de esta región estamos invitados a conocer y valorar estos hechos que forman parte de nuestra herencia histórica.