Caminando siempre juntos

Red Interna / Humberto Famanía Ortega

Es necesaria una nueva cultura donde seamos solidarios con la patria

Los reclamos muy legítimos de nuestras mujeres, con el valor, capacidad e inteligencia que les caracterizan, y por su propia dignidad, las preparan para compartir con los hombres la responsabilidad política, económica, social y cultural. Como administradoras de la economía familiar, a veces se enfrentan con angustia ante conflictos propios de su hogar y crisis que muchas veces se vuelven difíciles, pero buscan la salida más pertinente para lograr el equilibrio material y emocional. En la mayoría de las ocasiones, logran con gran sensibilidad dar solución a los diversos problemas que enfrentan, lo que provoca una fortaleza que les brinda solidez en los cimientos de sus propias estructuras básicas en la formación y dirección de esa célula base de la sociedad.

Sin lugar a dudas, la diferencia sexual ha sido pretexto para la desigualdad, la violencia, la discriminación y la negación permanente de los derechos de las mujeres. Han sido muchas las luchas en las que las féminas han incursionado para poder obtener, después de muchos esfuerzos loables, resultados como el derecho al voto, la educación y el trabajo remunerado. Cada vez existen más organizaciones y grupos con redes nacionales e internacionales que unen sus fuerzas y fortalezas para obtener no solo acceso al trabajo, sino también a todo tipo de actividad económica, categoría salarial y puesto de dirección.

En el ámbito de la política, aún es evidente la inequidad en la representación; las figuras femeninas que incursionan en esta actividad siguen siendo excepcionales. Constantemente, sus demandas giran en torno a obtener igualdad de condiciones a través de cuotas de poder como medida transitoria.

Por otro lado, la batalla persiste también en otros campos, como en las manifestaciones de la violencia contra la integridad física de las mujeres; por el derecho a determinar sus elecciones sexuales y reproductivas, así como por el acceso a los recursos naturales y económicos que les permitan formar parte activa e insertarse con mayor igualdad en las actividades productivas, y por supuesto, por el derecho a vivir una sexualidad placentera, en la que sean respetadas sin coacción ni violencia, sin discriminación.

Hoy en día vemos cómo las mujeres están invadiendo las universidades, el trabajo asalariado, la política y las organizaciones ciudadanas y sociales de manera profesional, pero aún falta una mayor integración para que descubran aspectos gratificantes y agotadores de las responsabilidades familiares.

Diversidad y tolerancia

También es necesario reflexionar sobre el estallido de la diversidad, ya que puede ayudarnos de manera precisa a conocer la nación, entender los mecanismos que mueven la sociedad y aceptar desde la tolerancia y el respeto a los demás otras formas de pensar y creer. Solo así podremos transitar en los nuevos tiempos que se están abriendo para México en el marco de una democracia con justicia. Es importante poder vivir todos juntos, aun siendo diferentes; aceptarnos será el reto para que, con unidad, logremos una integración que nos garantice prosperidad.

Para todos es sabido que la participación de la mujer en las próximas elecciones marcará un nuevo rumbo, donde su voto será razonado por el grado de responsabilidad que tienen ante la sociedad. Urge que haya más espacios para ellas tanto en lo político, económico, social y cultural, para que el desarrollo del país sea más justo, avanzando con rumbo y destino, viviendo una nueva dinámica en todos los aspectos con beneficios tangibles y directos para la población.

Para que exista igualdad de oportunidades para todos los mexicanos, es necesario que nos desenvolvamos en un ambiente legítimo, justo y de tolerancia, con un espíritu permanentemente comprometido; todos debemos identificarnos en la lucha por una equidad en el reparto de la riqueza, ya que hasta ahora hemos compartido más nuestras tristezas por la falta de un equilibrio de las clases sociales, que son los más pobres y es a ellos a quienes la deuda social debe pagarse, con acciones de beneficio donde la productividad sea incentivada.

Por lo tanto, es necesaria una nueva cultura donde seamos solidarios con la patria. Tanto el sector público, privado y social deben constituirse en una alianza para la integración, de modo que impulsen y promuevan el cambio en beneficio de las mayorías, lo que conllevará a un sano desarrollo y beneficios compartidos.

Hombres y mujeres, ante cualquier adversidad, es necesario cambiar actitudes y asumir nuevas responsabilidades, aceptando errores, corrigiendo rumbos, con honestidad y compromiso, pero sobre todo con la verdad.

humfama@gmail.com