Café Instantáneo

Bienestar Integral / Por: Olivia Segura / Health Coach

El café instantáneo se creó en 1910 convirtiéndose en un producto sorprendente.

El café instantáneo es difícil de rechazar por su rápida preparación, precio accesible y facilidad de acceso. Se estima que alrededor del 50% del consumo de café corresponde a este tipo.

El café instantáneo se creó en 1910, convirtiéndose en un producto sorprendente, casi mágico. Al inicio fue consumido principalmente por militares y, hacia la década de los cincuenta, se volvió muy popular entre las amas de casa.

Este café se elabora a partir de un extracto de café deshidratado, que pasa por un proceso de filtración. Posteriormente, se retira el agua para crear fragmentos secos o en polvo, que luego se disuelven con un poco de agua para preparar la bebida. Existen dos métodos principales de elaboración:

Secado por pulverización: el extracto se rocía con aire caliente, lo que hace que los fragmentos se sequen y se conviertan en polvo.

Liofilización: el extracto se congela y se corta en pequeños fragmentos, que después son secados a baja temperatura en condiciones de vacío.

Entre las características del café instantáneo destaca que contiene antioxidantes y nutrientes, menos cafeína que el café recién hecho, pero más acrilamida, casi el doble. La acrilamida es un químico potencialmente dañino que se forma de manera natural cuando los granos de café son tostados.

El café instantáneo ofrece conveniencia, precio y larga duración, aunque no brinda la misma experiencia sensorial que un café recién preparado. Además, algunos productos contienen endulzantes añadidos, lo que los hace menos saludables.

Existen dos tipos de café instantáneo:

Café soluble: se obtiene al preparar una infusión de café que pasa por una boquilla, donde se rocía formando gotitas. Estas atraviesan una torre con aire muy caliente, lo que provoca que el agua se evapore rápidamente y quede solo el polvo de café. Es el método más tradicional para obtener café soluble. En este proceso se pierde parte de la cafeína y de los compuestos aromáticos, por lo que algunos fabricantes agregan aditivos para compensar esa pérdida.

Café liofilizado: consiste en ultracongelar la infusión de café, trocearla y pasarla por un túnel al vacío. Luego se aplica calor, lo que provoca que el agua pase directamente de hielo a vapor (sublimación). Así quedan únicamente los cristales de café liofilizado. Este método conserva mejor las propiedades organolépticas, no requiere manipulación química y resulta más costoso, pero mantiene más fielmente el aroma y sabor del café.

Se trata solo de una explicación sencilla de procesos complejos y muy distintos. Lo cierto es que, en cualquiera de los dos casos, basta con café instantáneo y agua caliente para disfrutar de una taza. Como en todo, el secreto está en el consumo moderado y en elegir el que cada quien considere más conveniente.

Olivia Segura Health Coach

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