Buenas prácticas para separar roles entre la familia y la empresa
Empresa Familiar / Por C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
Antes que nada, he de decir que estos consejos son del ámbito que me toca, que son las empresas familiares.
Lo que pasó en la oficina se queda en la oficina. – Primero que nada, hay que trabajar en aprender a separar lo que pasa en el negocio y no llevárselo a la casa. También hay que entender que los roles cambian en cada ámbito: no es lo mismo ser el papá que ser el jefe. A veces puede que el rol de papá nos agrade mucho más que el rol de jefe; también puede pasar que un regaño del jefe pese mucho más si viene de un familiar. Esto puede ser muy pesado y por eso hay que practicarlo, pues la buena disposición no es suficiente.
Siempre mantener el respeto. – Así como sucede en la familia, y específicamente en los matrimonios, el respeto nunca debe perderse, por más acalorada que se vuelva una discusión. Hay cosas que en el calor del momento pueden decirse y que, desafortunadamente, ya no pueden desdecirse. Si el respeto se mantiene siempre, entonces siempre habrá comunicación y confianza, incluso en los momentos más tensos.
Practicar la comunicación. – No todos dominamos el arte de comunicarnos de manera abierta y vulnerable. En las empresas familiares es doblemente difícil, pues además de aprender a comunicarnos eficientemente en la parte de negocios, también tenemos que aprender a comunicar nuestros sentimientos de manera asertiva. Esto también es una cuestión de práctica y disciplina; afortunadamente hay técnicas para lograrlo que pueden ser aprendidas con la ayuda de un consultor externo (idea porque es un tercero que no tiene conflictos de interés de por medio).
Alguna vez escuché decir a un dueño de empresa familiar, que codirigía la empresa con sus hermanos, que habían llegado a un acuerdo para nunca pelearse al tomar decisiones: toda decisión tomada tenía que contar con la aprobación de los tres; nunca debía suceder que dos se impusieran al tercero. Y si los tres tomaban una decisión, era la decisión de los tres, no estaba permitido que, si la decisión resultaba ser mala, uno de ellos le reclamara a los demás. Me pareció un gran ejemplo de solidaridad entre hermanos.
Dar independencia a los hijos. – A veces, tentados por la necesidad de proteger a los hijos de todo mal, los padres no les permiten tener independencia para tomar decisiones, por lo que no se sienten como adultos trabajando en la empresa familiar. Confiar en los hijos es difícil, es verdad, pero de nuevo, hay que trabajar el jardín: desde jóvenes hay que preparar un plan de carrera para ellos, donde se enfrenten por su cuenta a problemas cada vez más complejos, haciéndolos a ellos ganar confianza y a los padres constatar el proceso y, cuando llegue el momento, tener toda la confianza para delegar en ellos las responsabilidades más importantes.
Con estas acciones lograremos cultivar una mejor relación entre los miembros de la familia (en el caso de este artículo, concretamente entre padres e hijos), lo que a su vez ayudará a estrechar lazos, a facilitar la interacción y, por supuesto, a hacer crecer el amor a la par que crece la riqueza del negocio familiar.