Bienestar con un amplio sentido de responsabilidad
Red Interna / Por: Humberto Famanía Ortega
Para ganar la confianza de nuestras bases sociales, es indispensable escucharlas y ofrecer soluciones congruentes a sus demandas
En múltiples ocasiones, su servidor ha compartido reflexiones acerca del bienestar, tan crucial para nuestras comunidades en México. Entendemos el bienestar social en su sentido más amplio: el alimento como elemento indispensable para nuestra existencia; la salud, condición elemental del ser humano; la educación, reclamo de las mayorías; y la vivienda, bien básico sin el cual la dignidad queda incompleta.
Debemos reflexionar valorando nuestras acciones en torno a estos conceptos fundamentales, necesarios para formar ciudadanos con la fortaleza suficiente para enfrentar los avatares de la vida y construir una patria más próspera.
Solo así se dignificarán tanto las empresas privadas como el sector público, incrementando su productividad. Cuando existen condiciones que permiten a las asociaciones y a cada individuo alcanzar lo que les corresponde según su naturaleza y vocación, la sociedad garantiza la justicia social.
Señalo esto porque, en sus propuestas, los tres niveles de gobierno —federal, estatal y municipal— y los partidos políticos enarbolan dicho concepto, pero rara vez explican cómo, cuándo y dónde se materializará ante las circunstancias actuales. Un asunto, sin duda, sumamente difícil.
Aquí comienza la verdadera conquista de voluntades: al responder a los reclamos históricos de nuestro pueblo. Urge un equilibrio que nos permita vivir en armonía. La magnitud de la pobreza trasciende el fenómeno en sí mismo, impactando terrenos fundamentales.
En estos tiempos de cambio social, necesitamos una visión patriótica que nos guíe para trazar un rumbo renovado, revitalizando y otorgando mayor eficacia a las organizaciones que se sumen a un plan de desarrollo nacional, estatal y municipal bien estructurado.
Es crucial no perder de vista los principios de democracia y justicia social, buscando un equilibrio donde el bienestar sea creciente y armónico, transformando nuestros anhelos en prosperidad para todos, no solo para unos cuantos.
El bien común siempre está ligado al ejercicio de la autoridad, y es aquí donde renace la justicia social. Esta solo puede lograrse basándose en el respeto a la dignidad trascendente del ser humano, es decir, a los derechos inherentes a su condición de persona. Estos derechos son anteriores a la sociedad y se imponen sobre ella.
De no existir, la autoridad dependería únicamente de la fuerza o la violencia para obtener obediencia. Recordemos que todos fuimos creados a imagen de Dios, dotados de una misma alma racional, naturaleza y origen.
En esta época de crisis económicas, lo prioritario es dirigir los recursos públicos hacia metas precisas, evitando su dispersión. Si la concepción sobre la naturaleza de la pobreza es clave para entenderla, entonces resulta imperativo comprender a fondo la visión en esta materia.
Los partidos políticos deben asumir que la falta de alimentación en la población marginada no tiene colores. Existe confusión al respecto: muchos lo ven como herramienta para conseguir votos, cuando la mayoría de quienes sufren no militan en partido alguno.
Analizar las causas del deterioro social es esencial para combatir sin tregua el flagelo de la pobreza. Las soluciones efectivas requieren la coordinación del sector público, privado y social, reconociendo que se trata de un fenómeno complejo y multidimensional, vinculado a necesidades humanas fundamentales.
Aún no hemos encontrado la solución definitiva para erradicar este mal, que ya raya en la miseria. ¿Cómo avanzar hacia el progreso en estas condiciones? Solo con la unión de todos los sectores podremos lograrlo.
A estas alturas, es vital que las fuerzas vivas de México alcancen acuerdos para que los programas sociales sean más eficientes y mejor dirigidos, siempre con un objetivo común y compartido.
Ojalá la ciudadanía valore este llamado. Todos debemos sumarnos a esta cruzada para asestar, de una vez por todas, un golpe firme a la pobreza y la marginación.
En pos del bienestar social, juntos hallaremos los nuevos senderos para que los tres sectores de la población trasciendan, guiados por su fortaleza interna y patriotismo.
Mexicanos, jaliscienses, vallartenses: modifiquemos el rostro de la pobreza con creatividad, trabajo organizado, honestidad y un amor profundo a la patria.
Espero que los partidos políticos y organizaciones en Jalisco y Puerto Vallarta prioricen la concordia y eviten divisiones, pues estas retrasan su labor. Sabiendo que el pueblo paga sus servicios, demuestren madurez política; para eso existe el diálogo, herramienta que debe privilegiar la verdadera política.
En definitiva, el enfoque debe ser demostrar a la ciudadanía confianza, honestidad, eficiencia y liderazgo. La obligación es gobernar con guía y brújula, sin desviarse de los objetivos trazados, siempre buscando el bien común.
Para ganar la confianza de nuestras bases sociales, es indispensable escucharlas y ofrecer soluciones congruentes a sus demandas.
