Análisis del Bienestar Animal en la Charrería

ConCiencia Animal / MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez

¿Debería prohibirse la charrería a causa de la inconformidad por el bienestar animal, o debería conservarse como uno de los mayores eventos culturales de México?

Parte 2

Continuando con el artículo publicado por Betsabe González Reyes, “Reflexiones sobre las charreadas”, reubiquemos el término bienestar animal, que de manera muy básica se puede traducir como “estar bien”, donde los alcances varían para las distintas especies. Lo que para una especie simboliza estar bien, para otra quizá es lo contrario.

En el caso de la charrería, varios aspectos son muy criticados por los conocedores dl bienestar animal, pues arrastra consigo muchas décadas de malos cuidados y mal manejo de los equinos durante los entrenamientos y en los eventos de las suertes charras. Aunque estas prácticas son cada vez menos frecuentes, aún persisten.

Es en este punto donde la polémica sobre el bienestar animal nos hace preguntarnos: ¿Hasta qué punto se trata correctamente a los caballos y hasta dónde se pone en riesgo su bienestar?

Para medir el bienestar en los caballos, se necesitaría hacer una comparación entre caballos domésticos y caballos bajo condiciones de estado silvestre. En el país, los caballos existentes son animales domesticados que se encuentran en caballerizas, generalmente aislados temporal y constantemente. Su dieta es restringida en cantidad y con horarios establecidos, además de ser mantenidos con algún fin zootécnico, cuyas demandas dependen del propio fin, así como del nivel y tipo de entrenamiento.

Reglas y normas

Dentro de las famosas cinco libertades que nos ofrece como respuesta elemental al bienestar animal, si bien en los últimos años se ha visto mejoras en los lugares donde se alberga a los caballos, queda el cuestionamiento de si realmente lo hacen por buscar su bienestar o simplemente porque se deben cumplir con las reglas y normas. Además, la dieta restringida al trabajo realizado y la falta de alimento y agua durante el transporte sugieren una estrategia sobre la salud del caballo ante la competición o se considerarían una violación a esa libertad específica.

Aún existe maltrato donde son obligados a trabajar aun cuando están enfermos, lesionados, gestantes o con patologías de comportamiento crónicas en espectáculos, poniendo en riesgo la seguridad de los animales, cuidadores y público presente. ¿Habrá todavía la práctica de la violencia con los animales como forma de enseñanza? ¿Qué protocolo existe ante sufrir fracturas durante la realización de alguna suerte charra?

Estas preguntas asociadas a un bajo o nulo nivel de bienestar, en las cuales el caballo ha estado o estuvo por un tiempo considerable, no sólo se identifican en caballos con un fin común, sino también en los caballos destinados a otras diversas tareas.

Las críticas también se dirigen hacia el uso de los piales, las manganas y las actividades que involucran el uso de la cuerda en los caballos, ya que a menudo sufren lesiones, incluyendo laceraciones, luxaciones, claudicaciones, fracturas de huesos y dientes, lesiones de cuello, hombros y en ocasiones quemaduras de la piel hasta los huesos por las reatas vaqueras utilizadas en las charreadas mexicanas.

Es ineludible señalar que los eventos autorizados por la Federación Mexicana de Charrería operan bajo las reglas promulgadas por dicha Federación. Los charros experimentados saben cómo manejar un caballo sin lesionarlo, y sólo aquellos que no siguen las normas convencionales dan una mala imagen a toda la comunidad.

Cultura

Se argumenta que la captura de los caballos en piales y manganas ha sido y es un método legítimo de la ganadería y su inclusión son normas promulgadas por dicha Federación. Además, estos eventos son exitosos y de mucho público, donde la charrería ha sido una parte integral de la fiesta desde hace décadas, y su prohibición podría interpretarse como una forma de discriminación cultural.

Entonces, ¿debería prohibirse la charrería a causa de la inconformidad por el bienestar animal, o debería conservarse como uno de los mayores eventos culturales de México?

La conclusión es que, conociendo el criterio en el que se basa el bienestar animal, específicamente en el entorno que concierne a los caballos, podríamos decir que, aunque es evidente que día a día dentro de la cultura charra existe cada vez más una conciencia aplicada a cumplir la mayoría de las normas del bienestar animal, aún falta bastante para cubrirlas en su totalidad. Si bien es una tradición muy arraigada en nuestro país, pues ha pasado de generación en generación e incluso es considerada un deporte, siguen manifestándose vicios de malos cuidados y mal manejo de los equinos.

A pesar del entusiasmo y compromiso de las personas involucradas en este medio para mejorar el trato a los caballos, aún persisten esos fantasmas inamovibles que rondan las lesiones y las posibles situaciones de estrés durante los entrenamientos y las charreadas.

Para mejorar la calidad de nuestra relación con nuestro caballo, debemos ser capaces de cuestionarnos y trabajar enormemente con nosotros mismos para desarrollar nuestras cualidades con el caballo y encontrar los puntos de empatía.