Análisis del bienestar animal en la charrería
ConCiencia Animal / MVZ Carlos Arturo Martínez Jiménez
Parte 1
Dentro del grupo de animales de compañía, además del perro y el gato, se encuentra el ya actualmente posicionado indiscutiblemente en el tercer lugar a nivel global. Me atrevo a decir que, en muchas regiones o en distintas épocas de la historia antigua y reciente, ha ocupado el primer lugar: los caballos.
De acuerdo con la publicación hecha por Betsabé González Reyes, titulada “Reflexiones sobre las charreadas”, dentro de la charrería existen diversas posturas entre los amantes de los equinos. Algunos ven la charrería como deporte nacional, mientras que otros se oponen totalmente, argumentando que no cumple con las libertades definidas por la Coalición Internacional para el Bienestar Animal. Dicho sea de paso, al igual que la autora, no se busca fijar posturas ni polarizar el sentido de la ética, sino hacer un análisis que permita al lector construir un criterio propio y fundamentado si el tema es de su interés.
La charrería
Comencemos por entender que la charrería es una práctica ecuestre que incluye diversas formas de jaripeo y es una de las tradiciones mexicanas más representativas de nuestra cultura. Exalta el valor, la intrepidez y la hombría del charro, así como el brío y la estampa del caballo en un ambiente festivo, con música y color.
Según algunos libros de historia, la charrería se originó en Salamanca, España, y fue adaptada en México. Aunque los españoles inicialmente no permitían que los nativos americanos montaran, tuvieron que cambiar de opinión debido a la necesidad de emplear a los indígenas en las extensas labores de vaqueros en las haciendas ganaderas. Con el tiempo, estos indígenas se convirtieron en jinetes expertos. Los terratenientes más pequeños, conocidos como rancheros o ganaderos, fueron los auténticos inventores de la charrería, modificando las tradiciones traídas de España en el siglo XVI.
Las competiciones de trabajo entre haciendas evolucionaron después de la Revolución Mexicana, convirtiéndose en el deporte cultural que conocemos hoy en día. Aunque tradicionalmente la competencia estaba reservada para familias con historia en la charrería, ahora está abierta a equipos de toda la comunidad, independientemente de su tradición familiar.
El comportamiento animal
Adentrándonos en el campo etológico, encontramos que, en una relación ecológica básica, el ser humano es un depredador y el equino una presa, por lo que, naturalmente, no están hechos el uno para el otro. Sin embargo, a lo largo de los años, se ha trabajado en encontrar un punto de entendimiento basado en la confianza y el respeto. Los caballos realmente no nos necesitan; somos nosotros quienes los hemos capturado y domesticado para convertirlos en nuestros compañeros en la guerra, el trabajo y, hoy en día, en el esparcimiento deportivo.
Debemos comprender que el caballo vive naturalmente en una manada organizada según una jerarquía social. Incluso en un grupo de solo dos, se instaura una relación de dominante y dominado, aunque no es absoluta. Por ejemplo, si el caballo A domina a B y B domina a C, no significa que A domine a C. El semental no es el individuo de mayor rango en la jerarquía; generalmente, la ley la impone la yegua dominante. En lo cotidiano, la manada sigue a una yegua experta y respetada.
Para el caballo, es natural y espontáneo ponerse bajo la protección de un dominante. En ausencia de un líder digno de confianza, él mismo se convierte en el elemento dominante y toma decisiones fundamentales para su supervivencia.
El respeto y la confianza se ganan
Aquí llegamos a la primera lección de vida: en la interacción con los caballos, la confianza y el respeto no se pueden imponer; deben ganarse. Al igual que entre seres humanos, podemos inspirar confianza y respeto, pero nunca podemos forzarlos. Debemos esforzarnos por ganarnos la confianza y el respeto del caballo; de lo contrario, no tendrá ninguna razón válida para permanecer con nosotros y será un caballo que se escapará fácilmente, física o mentalmente. Un caballo que se mueve cuando lo van a montar, que pega patadas o que muerde es un caballo dominante que no nos considera su líder.
La charreada consta de nueve eventos para los hombres y uno para las mujeres, la escaramuza. Este consiste en un conjunto de ejercicios ecuestres realizados a galope por un grupo de ocho integrantes, normalmente vestidas de rancheras o charras, montadas al estilo definido como mujeril o de lado, y ejecutando dichos ejercicios al ritmo de la música, brindando al público un espectáculo lleno de emoción y colorido.
En la próxima cápsula entraremos de lleno en el análisis científico en relación con el bienestar animal y la charrería de manera concreta.