Amor de un padre por sus hijos
Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza
Hace poco conversaba con uno de mis dos hijos varones, sobre logros y realizaciones personales. Partiendo de ese dialogo me vinieron una serie de reflexiones que ahora deseo compartir con ustedes.
Tuve la fortuna de abrirme paso en muchos aspectos de mi vida, y me siento afortunado y orgullosos de lo que he logrado. Claro es que no habría sido posible sin la ayuda de muchas personas que me quieren y me han querido, pero esa es otra historia que ya abordaremos en otro momento.
Lo que deseo resaltar aquí, es el sentimiento único de uno como hombre experimenta al ser padre. Claro está que la poesía, literatura y hasta la mercadotecnia se han encargado de exaltar las virtudes y aspectos del amor de la madre, y han dejado poco espacio y lugar de análisis al hecho de ser hombre y amar a sus hijos, solo en algunos espacios el “Día del Padre” se habla al respecto.
Retomando el diálogo que les señalaba al inicio, le decía a mi hijo que ni los estudios y grados profesionales, ni las publicaciones, conferencias, reconocimientos de asociaciones o instituciones, valen tanto para mi -sin menosprecio de ello- como lo es el hecho de ver que mis hijos son personas de bien, probas, que han entendido lo que es importante en la vida, que sus valores están bien cimentados, que trabajan duro todos los días por sus metas personales, y que igual ayudan a quien les pide apoyo. Eso en verdad, es el máximo logro que un padre puede presumir o reconocer para sí, incluso que ha justificado hasta su pasar por este mundo.
Pero, ¿por qué los padres no hacemos tanta algarabía al respecto? Creo, por una parte, porque no nos enseñaron adecuadamente a manejar nuestras emociones, o ahora como han dado en llamar a gestionar las mismas. Por otra parte, suele ser más extrovertida y expresiva la madre, y deja poco espacio en el escenario para la expresividad masculina, sin decir que ello sea impedimento para que el padre busque las formas de hacer sentir amados a sus hijos. De igual manera nuestra cultura nacional exalta los sacrificios mayormente de la madre, y muchas veces minimiza los del padre o señala como obligaciones aspectos de protección y proveeduría material para su bienestar.
En todo caso, al menos para mí, ha resultado una bendición de la vida el hecho de tener un par de hijos que me cambiaron la vida, que planeamos igual mi pareja y yo cuantos queríamos tener y que, aunque nos quedamos con ganas de una hija, la vida me ha regalado cerca de un par de decenas de ellas, que, aunque no biológicas las quiero, apoyo, tolero, trato de orientar por igual.
Mención aparte para mi hija-nuera que es una increíble mujer y hace una pareja incomparable con mi hijo, juntos son poderosos y amorosos, me encanta verlos felices y disfrutar la vida, son de las cosas que más disfruto.
Mi otro hijo, más abocado a su proyecto profesional y de juntar fondos para otros proyectos, ha dejado poco espacio para interactuar en pareja, pero no dudo que lo hará y será aún más feliz.
Finalmente, deseo que todo padre dedique el tiempo de calidad suficiente para poder interactuar con sus hijos de manera integral acorde a la edad de estos, será la mejor inversión de su vida y no tendrá ningún tipo de perdida, por el contrario, siempre rendirá buenos y permanentes frutos, incluso para varias generaciones. Gracias hijos por darme con su presencia y logros una felicidad que no imaginaba, y que ahora en esta etapa de mi vida me alienta a buscar nuevas metas y goces de la vida, siempre estaré para ustedes, los amo infinitamente.