Efectos macroeconómicos de la guerra en Ucrania
Javier Orozco Alvarado / Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.
Mucha gente se pregunta sobre los efectos económicos nacionales e internacionales que podría tener la invasión de Rusia en Ucrania, tanto en el corto como en el mediano plazo.
En primer lugar, la guerra en Ucrania podría tener efectos negativos inmediatos sobre el turismo mundial, sobre todo en los flujos de turismo europeo, ante la expectativa de una posible extensión del conflicto hacia Europa y los países miembros de la OTAN; lo que esperemos que no suceda, pues sería el inicio de una posible catastrófica tercera guerra mundial que significaría la destrucción del planeta entero.
Pero como suele pasar en economía, cuando unos pierden, otros ganan. Y es que de no rebasar el conflicto las fronteras ucranianas, el país mayormente beneficiado de esta guerra serían los Estados Unidos, al igual que lo ha sido con otras provocadas en el pasado por esa nación en países de Oriente Medio. Sobre todo, porque esta guerra y el bloqueo económico y financiero impuesto a Rusia por Estados Unidos y sus aliados, además de estimular el comercio de armas, le permitirá a esta gran potencia económica del mundo suministrar el gas, el petróleo y las materias primas que regularmente provienen de estos dos países en conflicto hacia Europa.
Ante esa situación, indudablemente, el ganador es Estados Unidos, quien se ofreció a suministrar todos aquellos productos que provienen de la zona en conflicto, sin correr el riesgo de verse involucrado directamente en una guerra de carácter regional. El único riesgo que estaría corriendo el gobierno del presidente Joe Biden es el aumento de la inflación que, como en todo el mundo, se hará presente ante el aumento estratosférico de los precios del petróleo; hecho que pondría poner en riesgo su reelección, ante su de por sí baja aceptación.
En tanto que México es un país medianamente petrolero y que más del 80% del total de nuestras exportaciones van a los Estados Unidos; cualquier forma de reactivación económica de nuestro vecino del norte arrastraría favorablemente a la economía mexicana. De hecho, se calcula que ante las recientes alzas en el precio del barril de petróleo en el mundo, México podría tener ingresos hasta por más de 236 mil millones de pesos en 2022.
Si bien nuestro país es importador neto de gasolinas, históricamente nuestra balanza petrolera ha sido superavitaria, lo que podría permitir al gobierno de México instrumentar alguna medidas anti cíclicas para evitar el efecto inflacionario del alza mundial en los precios de los derivados del petróleo.
Aunque no se descarta que, tanto en el mundo como en nuestro país la inflación seguirá siendo elevada, cercana al 7.0% anual, el gobierno de la república ha diseñado algunas estrategias fiscales para evitar que la inflación vaya más allá de lo que se disparó el año pasado, aprovechando los ingresos petroleros.
Y es que, además de que no se han incrementado los impuestos en lo que va del sexenio, la estrategia del gobierno para evitar una mayor inflación por aumentos en los precios de las gasolinas y en los costos del transporte, se planteó la iniciativa de eliminar a partir del 12 de marzo el IESPS (Impuestos Especiales Sobre Productos y Servicios), que en promedio equivale a un impuesto del 5.0% de impuesto a las gasolinas. Con esto se pretende evitar que los precios por litro de las gasolinas pudieran elevarse hasta los 29.00 o 30.00 pesos por litro; además de que se aplicará un pequeño subsidio a la gasolina magna que es la que emplean la mayor parte de los consumidores.
De esta manera, lejos de procurar bajar la inflación mediante políticas monetarias restrictivas, el gobierno de México ha privilegiado la política fiscal como instrumento para contrarrestar las presiones inflacionarias a las que estarán expuestas todas las economías del mundo. Sobre todo, porque México podrá aprovechar los ingresos adicionales que estarán dejando los elevados precios del petróleo en el mundo para mantener relativamente estables sus principales indicadores macroeconómicos.
Así las cosas, no cabe duda que el petróleo seguirá siendo un recurso natural estratégico no renovable y que, mientras exista como tal, seguirá siendo una fuente de ingreso y de riqueza para aquellos países que lo posean; de ahí la importancia de la autosuficiencia energética en petróleo, gasolinas y electricidad para evitar los shocks externos y el control de precios especulativos en manos de las empresas transnacionales.