El día internacional de la mujer
Sin duda y para mí, un día marcado por los contrastes, tanto en el terreno institucional como en el ámbito de las relaciones interpersonales. Pues no hay duda que nos encontramos personas afanadas en celebrar a la mujer, objeto que tanto gusta a la sociedad de consumo, y en el otro extremo, de quienes les gusta ver “arder” el mundo y no sin causa comprensible, pero no siempre justificada, aclaro.
Así tenemos pues, que aquellas féminas y quienes simpatizan con ellas, se ven tentados a apoyar cualquiera que sea la causa que las posicione en un lugar de privilegio, pero igual hay quienes llaman a la prudencia, la mesura, y principalmente a la equidad de género. Y es que no se trata de que “somos iguales”, evidentemente no lo somos, se trata de romper los “techos de cristal” que históricamente han limitado el ascenso laboral y la equidad salarial para los diversos terrenos laborales de la mujer.
Recientemente, un buen ejemplo es el que logra el equipo femenil de futbol soccer de los Estados Unidos de Norteamérica, con su acuerdo salarial igualitario para mujeres y hombres, cabe señalar que no es solo ya este país, se han sumado varios otros e incluso ya en diversos deportes.
Este último ejemplo ilustra un gran logro en el reconocimiento salarial igualitario, pero no nos engañemos, no se trata de una concesión masculina y sin lucha de parte de las mujeres. Por el contrario, se trata de emparejar el terreno en una cancha que resultaba desigual para las mujeres en un campo de acción en el que se realiza la misma tarea. Claro está que aunque los deportes de conjunto -no todos- congregan al mismo número de espectadores-consumidores, que al final del día es una parte importante para ofrecer los sueldos millonarios que ostentan los deportistas de alto rendimiento. En todo caso tenemos que reconocer que esa lucha sigue un proceso de años que aun no se ve el final cercano, y que seguramente en un par de décadas más será la excepción y no la regla respecto a equidad salarial.
Por otra parte, hago un llamado respetuoso al sexo femenino para reconocer que hay algunos terrenos en los que, por aspectos socioculturales y psicológicos, de igual manera ellas esperan un trato preferencial o diferenciado, y resulta que el ideal es el igualitario, le pongo un botón de muestra. Ante una intersección urbana, una calle pues, en dónde transitan vehículos, los reglamentos no distinguen si quien maneja es hombre o mujer, por tanto, es normal que si el sentido de las calles o la preferencia marca uno y uno, así sea y se respete, pero no por el hecho de ser mujer, más bien por el hecho de movilidad urbana, ¿no cree usted? Igual aplica para diversos ejemplos en los que se espera “caballerosidad”, y aunque la idea resulte románticamente ridícula, para algunas resulta ofensivo si el hombre no deja el asiento, no abre la puerta, no paga en automático la salida a comer, o diversos ejemplos que sean más bien una conveniencia personal. Baste señalar que en algunos países si uno se acomide a pagar el consumo de la compañera eso resulta en sí mismo ofensivo y machista.
Lo que no tiene duda es el hecho de que, como toda sociedad machista, hemos abusado de nuestra condición masculina, y no hemos propiciado una sociedad más justa y equitativa, insisto no igualitaria pues no somos iguales. Pero sí respetuosa de las diferencias y de la generación de salarios similares, y de condiciones similares de trabajo para ambos sexos y para las diversas expresiones sexuales o actitudes comportamentales que existen en nuestra sociedad.
Hago votos para que cada uno reflexionemos profundamente sobre lo que debemos hacer para generar una sociedad más equitativa entre hombres y mujeres. ¡Que vivan las mujeres y sus luchas! Pase usted buen fin de semana.