El Matrimonio es un misterio
Por: Psic. Livier Nazareth
La pareja se había acomodado en un estrecho abrazo en la cama, cuando la pasión comenzó a arder entre ellos, de repente la esposa interrumpió al esposo diciéndole:
-Querido, no siento deseos. Solo necesito que me abraces.
El esposo, que ya estaba excitado, respondió confundido:
-¿¡Qué, qué!?
La esposa trató de explicar que sencillamente él no estaba en sintonía con sus necesidades emocionales de mujer. El esposo comprendió que no iba a pasar nada esa noche y que sencillamente le convenía aceptarlo.
Al día siguiente el hombre decidió llevar a su esposa de compras a su tienda favorita. Se paseó con ella por la sección de ropa y escogió tres vestidos muy caros para que ella se los probara.
Asombrada por los esfuerzos del esposo por agradarla, la mujer se probó los tres vestidos; sin embargo no podía decidir cuál le gustaba más. El esposo seguro de sí mismo le dijo que llevara los tres.
A continuación él le sugirió que posiblemente ella necesitaría zapatos que hicieran juego con los vestidos. Ella eligió tres pares de zapatos, entonces fueron al departamento de joyas, donde ella escogió un collar y un par de aretes.
La mujer comenzó a pensar que el esposo se había vuelto loco; pero como estaba tan emocionada, no le dio mucha importancia al asunto.
La esposa estaba delirante de gozo, y no podía imaginar lo que estaba pasando por la mente de su esposo.
-Muy bien- exclamó ella finalmente-, vamos a la caja registradora.
-Ay, mi amor, no me entendiste bien- se quejó el esposo-. No vamos a comprar todas estas cosas. –La cara de la esposa se quedó en blanco.
-¡No, querida! yo sólo quería que tú aguantaras todas estas cosas por un rato.
Los ojos de la esposa se entrecerraron mientras empezaba a enojarse lentamente. Estaba por estallar cuando el esposo le explicó:
– Tú simplemente no estás en sintonía con las necesidades sexuales o financieras que yo tengo como hombre.
Los hombres y las mujeres tienen necesidades emocionales diferentes; sin embargo, ambos sexos tienen tan solo una vaga idea en cuanto a la naturaleza de ellas. No se conocen cómo género masculino y femenino. No se ocupan de saber las necesidades de cada uno, tanto física, mental y emocionalmente.
¡He ahí el Misterio!