Fracasar o empezar de nuevo
Mi amigo Jorge Bucay cuenta una fábula acerca de aquellas veces cuando creemos que lo hemos perdido todo, y va más o menos así: un pescador se levantaba muy temprano todas las mañanas para ir al mar a tender sus redes. Tenía que hacerlo antes de que saliera el sol, porque al amanecer los peces intentaban huir mar adentro, y ese era el momento en el que quedaban atrapados en la red.
Una mañana, mientras tendía las redes en la oscuridad, el pescador se lastimó el pie con algo que había debajo del agua. Era una bolsa de piedras, muy grandes, como del tamaño de una naranja. “¿Quién tiraría esta basura en el mar?”, preguntaba el pescador. Cojeando, sacó la bolsa del agua y empezó a arrojar las piedras lo más lejos que podía para que se perdieran para siempre en las aguas profundas. Pasó así varios minutos, sin darse cuenta de que ya había amanecido. Cuando los rayos del sol iluminaron la roca que el pescador tenía en la mano, ésta brilló. ¡El pescador había estado arrojando enormes pepitas de oro! ¡Toda una fortuna lanzada al mar, desperdiciada! El pescador estaba a punto de ponerse a llorar cuando se dio cuenta de que aún tenía en la mano una piedra de oro que es en sí misma, una gran fortuna. Y es ahí cuando el pescador se da cuenta: en vez de lamentarse por todo lo que había perdido, podría alegrarse por la fortuna que tenía entre las manos.
El fracaso es un cambio de perspectiva. La vida, dicen, es como una montaña rusa: a veces estás arriba, a veces estás abajo. Pero hay algo que no me convence mucho de esta forma de ver la vida: en una montaña rusa no tienes control de si subes o si bajas.
La realidad es que no estamos formalmente entrenados para reponernos del fracaso a pesar de que es un fenómeno tan común.
¿Cómo hacemos para reponernos de esas malas rachas de las que parece que no habrá salida?
Primero que nada, hay que aceptar el pasado. ¿Por qué es necesario hacer esto? Para dejarlo ir, para que el fantasma de nuestros errores no nos persiga el día de mañana.
¿Cómo concentrarse en lo positivo? Redactando una lista de logros. ¿Con cuántas bolas de oro nos hemos quedado?
No se puede volver a empezar sin cuidar la salud. Hay que comer bien, dormir bien, hacer ejercicio, especialmente para alejarnos del fantasma de la depresión. Después de un duro fracaso, cuidar de la salud es simplemente innegociable.
Antes de volver a empezar, hay que pensar cuáles son nuestros valores y prioridades. Para ello ayudará mucho darse un respiro y cambiar de escenario. Visitar nuevos lugares, conocer nuevas personas, en suma, cambiar el contexto puede ayudarnos a ver otras posibilidades, tener nuevas ideas.
Convierte tus valores y prioridades en metas. El tiempo apremia, y aunque hay que volverse a subir al caballo, arriesgarse de nuevo, parte de las lecciones de los fracasos anteriores tienen que ver con ser más estratégicos. Es momento de redoblar esfuerzos para ponerse objetivos alcanzables, medibles, retadores. Hay muchas metodologías para la planeación estratégica; no importa cuál escojamos, sino implementar una e invertir tiempo en darle seguimiento.
Celebra tus progresos, uno a la vez. Este paso es muy importante, es la continuación de hacer una lista de logros. Empezar de nuevo es como escalar una montaña. Pensar en la montaña completa puede ser muy abrumador, dividirla en pequeñas secciones que hay que conquistar resulta mucho más fácil.
Recordemos que reponernos de un fracaso no es algo instantáneo; el corazón, por decirlo así, toma tiempo para sanar. La vida del emprendedor y del empresario es un maratón, no un sprint. Por eso es importante analizar con qué nos hemos quedado, con qué recursos contamos para empezar de nuevo: nuestros aprendizajes, nuestra familia y amigos, nuestros contactos, agradecerlos, disfrutarlos, y atrevernos a volver a vivir la aventura de estar vivos.
*El autor es experto y escritor de libros sobre empresas familiares y gobierno corporativo.