“Como artista tienes que seguir buscando vetas diferentes”
Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes
La artista de origen sinaloense, presenta una colección de quince piezas con hilo que llama Bordando el Tiempo en la Galería Corsica, una muestra en la que experimentó una nueva técnica fiel a su estilo en el que constantemente se encuentra en la búsqueda de una veta, en entrevista, Conchita Rivero habla sobre su origen y motivaciones en el arte.
¿Cómo se llama tu propuesta?
La exposición se llama hilvanando el tiempo, porque ha piezas de diferente etapas, o tiempos, por ejemplo las que hice en hilo con hilo bordado, con telas, con borlas, fue en el terreno más experimental y descontextualizar, el bordado es como algo muy preciosista, con cierto sentido, y aquí yo quise desdibujar y expresarme a través de los hilos pero de manera diferente, llevarlo al terreno artístico un oficio ancestral que hemos heredado y al cual le doy una interpretación, hay carpetas a las que reconstruí dándoles otro sentido interviniéndolas con puntadas grandes para salirte del guion a lo acostumbrado.
También tengo otras obras en la que ya entro en un terreno más sobrio, con menos elementos, con planos muy grandes con uno que otro detalle, entré en una etapa más contemplativa, sin tanto ruido, hubo un tiempo en pandemia en que no se me antojaba pintar y veía hacia afuera, a lo mejor hubiera sido el momento ideal, pero saliendo de la pandemia fue como volver a la vida, por eso una de mis obras se llama, Mientras Floreces, ahí sí quise irme hacia el color, hacia la textura, al vibración, toda la energía que tienes después de estar encerrado y de ahí salió esta pieza y luego otras más asentadas, me gusta trabajar los trazos abajo con grafito, y sobre eso ir interviniendo y sobre poniendo, mi obra tiene mucho que ver con eso, ir cubriendo y destapando, dejando ver lo que hay abajo, ir revelando un poco, así somos los seres humanos a veces con capas.
¿Tu obra siempre ha sido abstracta?
Sí, tuve unas series que trabajé como de 2006 a 2010 en las que metí unas figuritas chiquitas, también interviniendo el espacio, sobre poniendo, eran mujeres en diferentes circunstancias, mujeres con bolsas del mandado, soldaditos, yo las hacía en tela, y luego las vestía con piezas que yo les hacía, las recortaba, las pintaba, y luego las pegaba, era intervenir también el trabajo que yo tenía atrás, era traslapar y decir sobre posición aquí estoy, metí animales también, burritos, una mezcla entre animales y seres, y luego me alejé de eso, y la verdad es que en ese tiempo con esa serie gané muchos premios nacionales, me fue muy bien.
¿Y por qué se dio ese cambio?
Sucedió interiormente, era hacer algo con lo que ya no era congruente…
No te dejaste ir por la cuestión comercial…
No, yo con eso peleo, no sé si está mal decirlo, creo que como artista cuando encuentras una fórmula y te repites, es muy aburrido, si no tienes el entusiasmo de hacer las cosas y el mismo proyecto no te entusiasma, pues como para qué, yo me muevo mucho así, a mí me tiene que emocionar, entusiasmar lo que hago, de repente ya me llegan otras ideas, soy inquieta, y el puro entusiasmo me va moviendo, y luego ya que lo hice, obvio, tienes otras inquietudes y quiero hacerlas…
¿No le tienes miedo al cambio?
No, tengo por ejemplo esculturas en telas blandas donde hay telas que cuelgan cosas más locochonas, pero es más la cuestión de adentro que te lleva a hacerlo y a lo mejor no se venden, pero lo tengo que hacer, y ahorita ya tengo otras ideas, que quiero hacer esto, y eso me llena de entusiasmo y me hace que siga.
¿Cómo te iniciaste en el arte?
Ya tengo más de 20 años es esto, inicié en los noventas, fue muy curioso, desde niña me gustó, en secundaria estuve en taller de arte, pero nunca pensé que me fuera a dedicar a esto, porque en tu casa te dicen que esto no es carrera, y como yo soy de Sinaloa del pueblo del Rosario, obvio no hay esa educación, no hay ese acercamiento al arte, pero traes siempre esa inquietud artística, yo bailé mucho tiempo, lo que había a mi alcance, el arte lo traía, y cuando llego a Guadalajara a estudiar, ahí ya conozco lo que es un museo, lo que son las galerías, que hay exposiciones…
Fue tu primer acercamiento al arte…
Sí, vi que hay artistas y hay gente que se dedica a esto, y me entusiasmaba, y ya compraba libros, leía la vida de Van Gogh y lo veía como algo muy lejano, muy abstracto, como que no era para mí, no sabía ni cómo llegar a eso, y curiosamente conozco a Alejandro Colunga por un amigo en común porque lo vi en una entrevista y le dije, qué interesante, a poco se vive de esto, me dijo sí, y como es su tío me lo presentó, entonces cuando yo llegué a su casa, a su taller, fue una revelación, porque los materiales, los óleos, los cuadrotes, yo llegué pensé ¡wow! qué es esto, vi sus apuntes, sus libros, fue una sensación que no puedo explicar.
¿Qué pasó después?
Yo llegué a mi casa y empecé en mi cuarto a hacer cosas en el suelo, empecé a trabajar en otra cosa y compraba materiales, entonces yo ya le pregunté a él, oye, cómo le haces, desde cómo preparar un bastidor, porque no estudié, no fui a la academia, y me decía así y así, pero sucedió que a él se le salió un asistente, y me dijo, ¿quieres trabajar en un proyecto de escultura?, eran puros hombres escultores los que hacían, y ya él me dijo, yo te voy a decir qué hacer, le vas a entrar a la escultura como si fueras hombre, aquí no hay que las uñitas, le dije ok, y al día siguiente llegué con ropa de trabajo y así estuve con él, en ese entonces él trabajaba unas esculturas monumentales, era hacerlas en yeso, y le entré al yeso, era la única mujer, y luego me pasaba a fondear, me decía vas a poner el azul así, y luego él hacía todo, yo luego ponía telas, aprendí de los colores, dónde comprar los óleos, etcétera…
¿En qué momento inicias por tu propia cuenta?
Andando en esto del arte, en un concurso, conozco a Sergio Garval, yo tenía 26 o 27 años, nos flechamos, yo empecé también como escuela, como si fuera mi universidad, desde preparar bastidores, lo básico, en ese entonces ya había entrado en un concurso y había quedado en segundo lugar cuando yo todavía estaba con Colunga, es curioso porque después tuve a mi hija y yo como mamá, como esposa me preguntaba ¿qué voy a hacer?, porque yo quería seguir pintando, y encontraba mis momentos cuando él se iba a comprar el material, yo entraba y decía, me hace falta el color azul y tomaba el azul, yo tenía mi espacio para pintar, y en eso llega Ricardo Duarte, que en ese tiempo era Director de Casa Vallarta, y ve mi obra, yo no había tenido exposiciones, tenía como doce cuadros pintados, bien acomodaditos, y me dice, oye, esa obra de quién es, mía, le respondo, fue entonces que me preguntó si quería hacer una exposición, le dije que sí, eso fue en el 98 y se armó, me dijo, termíname unas veinte piezas, para eso yo tenía muchos ejercicios aparte de eso que ya tenía como obra terminada, Sergio era mi maestro y yo le preguntaba, qué te parece mi obra, él era bien duro y me respondía, una flor no es un jardín, ya que tengas 30 piezas platicamos, yo pensaba, qué crueldad, yo quería que me dijera wow, pero fue lo mejor, porque a mí me impulsó a buscar, a buscar la veta, a ponerme a pintar, y en ratitos dormía a mi niña y me ponía a pintar, así fue desarrollándose mi carrera, esa exposición en Casa Vallarta de ahí se fue a la Universidad Panamericana, y de ahí me salieron otras, así empecé a pintar mucho y a entrar a concursos.
¿Cómo te defines como artista?
Inquieta, me gusta experimentar, creo que tengo mucho camino por recorrer, estoy satisfecha, pero creo que como artista tienes que seguir buscando metas diferentes.
¿Cómo defines de obra?
Yo no diría ni abstracta ni figurativa, por una parte sí es abstracta porque no ves forma, una cara o una boca, y es difícil porque a veces la gente no la entiende, y es que el arte no se entiende, se siente, tienes que pararte a sentirlo y no tratar de descifrar cerebralmente, nombrar todo por su nombre, a todo queremos poner nombre, entonces cuando ves un abstracto dices no tiene nombre, hay muchas que sientes y no tienen nombre, sientes y que tampoco puedes pintarla, un latido del corazón o una tarde triste, puedes decir estoy triste, pero no te alcanza, y por más que cómo me nombre yo, es cómo me gustaría que me recordaran.
¿Cómo te gustaría que te recordaran?
Como una artista a la que sienten, que dijeran vi ese cuadro y sé que estoy vivo, porque lo veo, porque sé qué sintió, me llega al corazón y me conecta, una vena, hay algo que me mueve y sé que lloró, sé que gozó, así.