¡Tú eliges cómo vivir la vida!
La Vida es Bella
La principal diferencia entre un optimista y un pesimista radica en el enfoque con que se aprecian las cosas, enfocarte en descubrir dificultades te provoca apatía y desánimo
El jueves pasado fui a dar una pequeña charla al reclusorio femenil, quedé sorprendida al observar cómo el mismo espacio físico puede representar escenarios tan diferentes para las personas que ahí residen, algunas internas compartían que estaban agradecidas por tener un lugar para estar, por estar presas y no muertas, su reclusorio tenía jardín, podían recibir visitas, podían aprender, podían hacer artículos para vender y tener un sustento, tenían alimentos, nuevas amigas, etcétera; otras simplemente me daban a entender que yo no tenía idea de lo que era vivir en ese lugar.
Me queda clara la diferencia entre unas y otras, unas han desarrollado el optimismo, han aprendido a encontrarle lo positivo a las circunstancias de la vida. La actitud es la única diferencia.
Claramente veo lo mismo fuera del reclusorio; hay personas que buscan encontrar lo positivo en las circunstancias que se presentan, así sean difíciles y dolorosas, sin embargo, también hay personas que se esfuerzan por encontrarle lo negativo a todo.
En esta ocasión me gustaría hablar de la importancia del optimismo.
¿Qué es el optimismo?
El optimismo es la actitud que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo de las circunstancias. Esto no significa estar ciego ante las dificultades reales.
Es una actitud permanente de reflexión, de observación de los hechos para comprender mejor la naturaleza de los errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarlos, si nunca nos equivocáramos o todo fuera perfecto, no haría falta ser optimistas.
Psicológicamente, el optimismo nos ayuda a permanecer serenos, nos lleva a perseverar en situaciones críticas, mueve en nuestro interior la lógica de que existen situaciones que no dependen de nosotros, que nosotros no podemos cambiarlas, porque no tenemos ese control, pero sí tenemos el control sobre nuestra reacción ante esas circunstancias.
Víctor Frankl expresó esto mientras vivía los horrores de los campos de concentración. “Nos pueden quitar todo lo que tenemos en la vida, excepto una cosa, la libertad de elegir cómo reaccionar ante una situación.”
El optimismo es consecuencia de la esperanza, no de las circunstancias. Saber que todo está dispuesto para bien, y que se puede sacar fruto incluso de los aparentes fracasos.
La principal diferencia entre un optimista y un pesimista radica en el enfoque con que se aprecian las cosas, enfocarte en descubrir dificultades te provoca apatía y desánimo. Esforzarte para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades, te llena de nueva adrenalina y de deseos de esforzarte.
Si eres un pesimista, ayúdate a mejorar tu auto concepto, acepta que mereces que te vaya bien, date cuenta de que el mundo no está en tu contra, el que a veces hayas sufrido situaciones difíciles, no significa que tu vida será solo eso, a veces el sufrimiento es la envoltura de grandes regalos.
Todos estamos en ese proceso de crecer como personas, hoy puede ser un buen día para ver el mundo de otra manera… De verdad que, en estos tiempos, se vuelve imprescindible ser optimista.
Un optimista nace el día que decide implementar en su vida el hábito de no descalificar automáticamente las situaciones, sobre todo las negativas o dolorosas que le tocan vivir, comienza dicho habito dedicando el tiempo que sea necesario para encontrar salidas y ganancias de cada situación.
¡Tú eliges cómo vivir la vida!
Hasta la próxima.
Pisc. Tere Manzano.