Espejito, espejito
Los idiotas eligen convivir sólo con idiotas
Es terrible que exista la usurpación de profesiones -o vocaciones- y se gaste dinero público en asesorías para funcionarios sin ninguna experiencia ni conocimiento en las necesidades o problemáticas sociales
Plumazos
“La incompetencia es tanto más dañina
cuanto mayor sea el poder del incompetente”.
Francisco Ayala
Huy de aquél que se atreva a refutar las decisiones de quien disfruta del poder, porque ese tipo de personas tóxicas únicamente comprenden a sus símiles, eso revelan las neuronas espejo.
Cuando un adulto sonríe a un bebé genera en el infante la necesidad de responderle con la misma mueca, es el resultado de las neuronas espejo; en términos exactos “es la relación con los comportamientos empáticos, sociales e imitativo”, según ha revelado el equipo del neurobiólogo Giacomo Rizzolatti.
Lo cual demuestra ser una de las razones por las cuales vemos círculos sociales tan selectivos, incluso en los niveles ínfimos como la mediocridad; por eso los idiotas eligen convivir solo con idiotas. Perdone la expresión ordinaria, pero era necesaria la sinceridad absoluta.
Desde el inconsciente nos convertimos en un espejo para las personas más cercanas a nosotros y viceversa. Por mencionar otro ejemplo lamentablemente conocido, un político corrupto seguirá en la misma línea porque le da satisfacciones y lo estimulan las recompensas inmerecidas, casi siempre procedentes de acciones ilícitas.
Ciertamente también se perciben situaciones deshonrosas en los ámbitos empresarial y académico; desde esos centros donde se genera riqueza y conocimiento, se inician –en tiempos de incertidumbre- proyectos sin soportes convincentes, soluciones al vapor, propuestas mediocres justificadas con sonrisas socarronas que provocan terror a quien las recibe.
Es terrible que exista la usurpación de profesiones -o vocaciones- y se gaste dinero público en asesorías para funcionarios sin ninguna experiencia ni conocimiento en las necesidades o problemáticas sociales. Por desgracia he tenido que escuchar a regidores municipales aconsejar a los jóvenes a “animarse” a convertirse en “representantes del pueblo”, porque existe la posibilidad de contratarles asesores y reciban el apoyo con sus propuestas. ¡La mayor desfachatez!
Insisto, es un panorama familiar en todos los ámbitos. Puestos gerenciales en empresas automotrices ocupados por nutriólogos sin ningún conocimiento sobre el tema; se otorga reconocimiento para académicos improvisados; contratación de jóvenes megalómanos desdeñando y desacreditando a personas con amplia experiencia.
Uno de los obstáculos para obtener el empleo soñado es precisamente la experiencia, cuando se carece de ésta lo primero en la mente del desempleado sin ética, es tomar la oportunidad más cercana y en muchas ocasiones lo consigue por amistad, relación familiar, deudas añejas o simplemente sea otro efecto de las neuronas espejo, lo cual abre una brecha para la persona con las habilidades y competencias necesarias para el puesto.
Cuando se exigen respuestas la más común es “aprende rápido”. Es la forma de justificar la usurpación de empleos que exigen específicos tipos de perfiles profesionales. La realidad en México es que más del 60 por ciento de los egresados caen en la informalidad; los menos, adoptan una conducta anti ética al aceptar proyectos de los cuales se declaran incompetentes, limitados en su conocimiento, ¡pero claro! No olvidemos, aprenden rápido.
Es importante recordar que vivimos tiempos dinámicos y las oportunidades se generan no se encuentran por azares del destino. Este siglo es fascinante, se han generado cambios importantes gracias a la inmediatez de la información, a la lucha permanente por la libertad de expresión, al intercambio de productos y servicios sin fronteras lingüísticas ni geográficas.
Lo invito a romper paradigmas, no emularlos. El deber es afrontar retos, ir cuando una sociedad que agrupe a una caterva en contra de las personas productivas, asertivas y éticas. Si se vive convencido del proyecto seguirá hacia buen destino, lo demás vendrá por añadidura. Para esto Mark Twain aconsejó: “Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia”.