La maldición de la casa de Winchester: el cine americano de terror está en la cuerda floja
Una película de terror más, si es que aún podemos llamarle así a estas fórmulas desgastadas con las que Hollywood ha tratado de vendernos la idea de lo que es un verdadero filme de terror. Si no fuera por la manía de estandarizar al séptimo arte, creo que más de uno estaría de acuerdo en que se busque nombrar por otro género a estos malogrados productos de entretenimiento audiovisual, que se basan más en la sorpresa que en infundir miedo (miedo, no sustos).
‘‘Winchester’’ (titulo original), dirigida por los hermanos Peter y Michael Spierig, y basada en hechos reales, nos cuenta la historia de Sarah Winchester, heredera de la afamada compañía Winchester Reapeating Arms, quien asegura ser poseída por las almas de aquellos que murieron por el rifle que fabricó la empresa de su difunto esposo. En su desesperación, la viuda decide construir numerosas y complejas habitaciones en su mansión con tal de darle un lugar de reposo a los supuestos espíritus.
Si bien la historia de base no brilla por su originalidad, el guión se encarga de poner el último clavo en el ataúd del filme. No hay lugar común en el que ‘‘Winchester’’ no ponga su pie, y los realizadores ni siquiera tuvieron la delicadeza de darle cierta verosimilitud a su trama. Todo sucede porque sí, no hay reglas exactas sobre lo que es posible y lo que no, y los personajes principales resultan ilesos, sin haber cambiado nada en lo absoluto.
Definitivamente no podíamos esperar una joya del cine de esta cinta, y es seguro que muchos irán solo por los sustos, lo cual es respetable, pero si quisieran ahorrarse la molestia de soportar las casi dos horas que ‘‘Winchester’’ malgasta sin ninguna preocupación por su audiencia, les recomiendo que se queden en sus casas, busquen verdaderas películas de terror, y huyan de esta terrible epidemia de cine mediocre que tiene tan demacrado a ese género que cada día se extraña más por la capacidad que tiene de acompañarte aun después de la proyección, y que no requiere de trucos baratos para producir escalofríos.