Decodificaciones
Plumazos
“Dios nos habla a veces tan claro,
que parecen coincidencias.”
Doménico Cieri Estrada
Hawking, Einstein y Galileo, tres figuras notables de la historia humana comparten particularidades asombrosas. Es cosa de números, asunto de investigaciones, versiones astronómicas basadas en su observación inequívoca.
Al trío de genios se suman otros personajes trascendentales con igual nivel de pericia, basta conocer sus aportaciones a la humanidad para descartar una praxis inútil para refutar sus teorías.
Llegó el día de guardar un obituario, Steven Hawking falleció a los 76 años luego de luchar por décadas contra una enfermedad que lo paralizó casi en su totalidad. Ese acontecimiento generó interés en la comunidad global; varias personas se dieron a la tarea de investigar sobre los hallazgos del erudito británico.
Casi pasaron por desapercibidos –sino fuera por la maravillosa curiosidad humana- ciertos datos extraordinarios, los cuales unen a ese singular hombre con otros personajes connotados en el mundo de la ciencia.
Las coincidencias tienen origen en marzo, se marcaron los números 3, 8, 14; los años compuestos por cifras igual de interesantes. Fueron hombres de fórmulas y códigos, tal vez dudosos de la divinidad, se acercaron al misterio cosmogónico sin buscarlo.
Vamos hilvanando los hechos. En orden de sucesión hereditaria para evitar omitir pistas importantes. Iniciaré con Hawking; nació en Oxford, Reino Unido. Obtuvo el reconocimiento de sus homólogos al estudiar el cosmos, el origen del universo y los agujeros negros. Inspiró películas, y a jóvenes de todo el mundo.
Justo el 8 de enero de 1942 en el nacimiento de Steven Hawking, se cumplieron 300 años de la muerte del padre de la ciencia moderna, Galileo Galilei.
El pasado 14 de marzo falleció Hawking, el mismo día en que nació –pero 139 años atrás- el padre de la física moderna, Albert Einstein. Por cierto, este físico alemán murió el año en que nacieron dos genios de la era actual, Steve Jobs y Bill Gates.
Einstein y Hawking -herencia europea- murieron a los 76 años. La exactitud asombra a cualquiera y aumenta el ritmo cardiaco al descubrir que esa fecha en el calendario simboliza el número infinito 3.14, como resultado de la suma del tercer mes con el decimocuarto día.
Hasta aquí se tiene claro el vínculo entre esos tres connotados hombres (Hawking, Einstein y Galileo) de la física y ciencia, lo cual permite al imaginario formar una constelación maravillosa uniendo tres puntos inamovibles.
El tres, aferrado a la existencia humana, difícil de explicar aún para los prodigios. Se repite esa cifra y reaparece duplicada e insistente, con tintes de pregnancia. En las Sagradas Escrituras se manifiesta constantemente, Cristo murió a los 33 años. Le secundó Alejandro Magno –el más asombroso estratega de los últimos tiempos-.
El dígito está representado en la constelación perfecta: las Tres Marías o el Cinturón de Orión que ilumina las puntas –con exactitud- de las Pirámides de Giza en Egipto. También ese número lo encontramos en el Om, símbolo sagrado de las religiones dhármicas; representa el divino Brahman y el universo entero.
Este es un momento para abandonar posturas escépticas. Comprender que el ser humano transciende a través de las palabras, adoptando una existencia traducida en números. Cuántos años se vive, el número de hijos, empresas, dinero, logros y derrotas. Todo radica en sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Constantemente llevamos un inventario personal y resulta gratificante decodificar un lenguaje oculto que nos permite trascender, amar y encontrar la paz para cumplir nuestra misión en la vida.
*Comunicóloga y responsable del área de Imagen y Comunicación Institucional de la Universidad del Valle de Atemajac, Campus Puerto Vallarta.