Yo, Tonya: la pesadilla de cumplir tus sueños
Cine Crítica
Pocas veces en las salas de cine se pueden apreciar filmes que no busquen darle todo al espectador en bandeja de plata: finales felices donde el héroe derrota al villano sin importar las circunstancias, que muestran al protagonista triunfante en el desenlace. Yo, Tonya acepta el reto de no brindar la complacencia al público, y opta por contar una historia que muestra los rasgos de la naturaleza humana en sus momentos más bajos, aquellos donde la violencia, el abuso, las contradicciones, y la obsesión se vuelven parte de la cotidianidad.
Basada en la historia verdadera de Tonya Maxene Harding, patinadora artística sobre hielo quien participo en las Olimpiadas de 1994, quien estuvo involucrada en el ataque contra una competidora suya, Nancy Kerrigan, esta película nos cuenta la vida de la deportista americana, sus aciertos, errores, y la problemática vida familiar a la que se enfrentó en su camino a la fama.
Margot Robbie, quien interpreta a Harding, da lo que quizás sea el mejor papel de su carrera hasta ahora. Si acaso se entrevé la personalidad de Naomi Lapaglia, (personaje que encarno en El Lobo de Wall Street), en I, Tonya presenta una gama de emociones impresionantes, llevándonos desde la agresiva y competitiva patinadora sobre hielo, hasta la hija sumisa que recibe los insultos de su madre con resignación. Es simplemente impresionante el trabajo actoral que tanto el director como la protagonista han podido llevar a la pantalla grande.
El resto del elenco no se queda atrás, ya que personalidades como Allison Janney (recientemente ganadora del premio Oscar a Mejor Actriz de Reparto por esta cinta), y Sebastian Stan (reconocido por muchos por interpretar al Soldado del Invierno en el Universo Cinematográfico de Marvel), crean una excelente química junto con Robbie, gracias a la cual se vuelven entrañables pese a que sus personajes son las mayores fuerzas antagónicas de esta cinta.
Un gran equipo, tanto detrás de cámaras como frente a ellas, liderado por el director Craig Gillespie, ha logrado crear una de las mejores películas biográficas de esta década, que mantiene todos sus elementos (guión, fotografía, diseño de vestuario y sets por mencionar algunos) siempre en función de la narrativa.