Actitud
Red Interna / Por: Humberto Famanía Ortega
Cuando estamos pasando por un mal momento en la vida, tenemos que sonreírle al tiempo. En ocasiones podemos sentirnos angustiados o enojados porque las cosas no salen como las teníamos planeadas o pensadas.
En general, llegamos a la conclusión de que tenemos muy poco control sobre las personas que nos rodean o sobre las circunstancias extremas, las cuales pueden dar un giro inesperado a los resultados que esperamos. Así, terminamos frustrados porque nuestros deseos no se cumplieron.
Lo cierto es que, si analizamos con detenimiento nuestro quehacer en la vida, descubriremos que todos enfrentamos obstáculos para llegar a nuestras metas. La diferencia está en la actitud que tomamos frente a ellos, porque es la disposición mental la que orienta nuestra conducta.
Por eso, en el caso de las personas exitosas, la actitud positiva que asumen les permite “tomar al toro por los cuernos” y enfrentar la realidad de una manera sana y efectiva. Lo importante es entender que cada uno de nosotros puede elegir qué actitud asumir frente a los retos de la vida.
Como principio, es fundamental aceptar que la vida no es perfecta, que tanto las alegrías como las tristezas son parte de la existencia humana. Los momentos difíciles son oportunidades para aprender y madurar. El sufrimiento, por lo tanto, es un estado mental que debemos enfrentar con paciencia y esperanza. Bien lo dice un refrán: “No hay mal que dure cien años”.
El tiempo pasa rápidamente y aquello que en su momento nos pareció una situación insostenible, con distancia puede transformarse en una experiencia difícil que logramos superar, dejando una enseñanza que debemos aprovechar. ¿Cuántas experiencias hemos atravesado a lo largo de nuestra existencia?
Resulta, distinguidos amigos, que es importante hacer crecer nuestra vida espiritual, acercándonos más a Dios con fe y confianza. No permitamos que nos dominen trastornos como la depresión o la ansiedad, que nos impiden tener una actitud positiva frente a la vida. Nuestros temores e inseguridades son, sin duda, nuestros peores enemigos.
Tener confianza en nosotros mismos es esencial para que nuestra mente se desarrolle y podamos crear la realidad que deseamos. Reafirmo que nuestra vida es nuestra responsabilidad, y la manera en que enfrentemos nuestros retos tendrá como consecuencia el éxito al vencer las adversidades, por más fuertes que se presenten.
Es necesario buscar siempre el lado bueno de las cosas y mantener una actitud positiva ante la vida. Solo así se nos abrirá el camino hacia la felicidad y, en consecuencia, la satisfacción personal atraerá cosas buenas a nuestras vidas. Frente a cualquier reto, conviene relajarnos para observar la situación con mayor objetividad y así alcanzar nuestras metas.
También es indispensable trazar un plan de acción y seguirlo con disciplina. En lo personal, debo confesar que desde muy pequeño aprendí de mis padres la paciencia y la tolerancia, aspectos que agradezco hoy por su amor al Creador y a la vida, virtudes que siempre han sido el acicate para salir adelante en mis propósitos.
Igualmente, es importante valorar el tiempo; por ello debemos concentrarnos en el aquí y en el ahora, evitando perderlo inútilmente al preocuparnos por el pasado o el futuro. Concluyo, entonces, que es vital crear un ambiente agradable y pacífico en el hogar, donde se cultiven momentos de convivencia armónica y se viva plenamente el valor de la solidaridad familiar.
En estos tiempos hemos aprendido que, cuando el ser humano mira hacia su interior y descubre su esencia, puede decidir con mayor claridad su destino. Y en ese camino es fundamental tener siempre presente a Dios.
Es menester que mujeres y hombres aportemos a este mundo convulsionado, a este tiempo tan necesitado y dolido, misericordia, fidelidad, valentía, tenacidad, compasión y cuidado por la vida. Cada uno, desde su forma particular, pero siempre unidos, podemos construir sin protagonismos falsos.

