“Más amor para nuestros semejantes”
Consejos de una Bisabuelita Moderna / Por un México mejor
Durante el descanso, el joven sin pelo, con los ojos llenos de lágrimas, dijo a sus compañeros:
—Me siento muy triste, porque al ir a recoger a un amigo en la parada de autobuses que venían de la ciudad, nos encontramos a un hombre semidesnudo y golpeado. Las personas, al verlo, se alejaban y comentaban entre ellas sobre “el borracho impertinente”. Sin embargo, cuando mi amigo y yo nos acercamos y le preguntamos cómo se sentía, él, con los ojos llenos de lágrimas, nos confesó que había llegado de madrugada y que unos vándalos lo habían asaltado, robándole la ropa, las maletas y las joyas, además de golpearlo hasta dejarlo sin aliento.
El bromista, asustado, exclamó:
—¡Órale!
Y todos le preguntaron:
—¿Y ustedes qué hicieron?
El joven sin pelo respondió:
—Tratamos de ayudarlo a levantarse para llevarlo a una banca. Apenas se pudo sentar, nos pidió que llamáramos a su hijo para decirle dónde estaba. Mientras le limpiábamos el rostro, pedimos una ambulancia, pues se veía en muy mal estado. En lo que llegaba la ambulancia, llegó su hijo en un automóvil último modelo; entre todos lo ayudamos a subirlo al auto y lo llevamos al hospital. El hijo, al ver a su padre en ese estado, comenzó a llorar como un niño mientras le decía que, al llegar por él en la madrugada, vio a un hombre semidesnudo y gritando cerca de la entrada, pero pensó que era un borracho y se fue por otro lado para que su papá no lo viera. Como no lo encontró, regresó a casa para esperarlo…
La hermosa chica comentó:
—Las ironías del destino… ¡Jamás se imaginó que ese “borracho” era su propio padre!
—Yo llamé de inmediato a mis padres para contarles lo que había pasado, y ellos llegaron al hospital mientras ingresaban al papá de mi amigo a cirugía, pues su corazón comenzó a fallar y tuvieron que tranquilizar al hijo.
La otra chica preguntó:
—¿Y qué hicieron ustedes?
—En cuanto salió de terapia intensiva, les dijimos a mis padres que regresaran a casa, y mi amigo y yo nos quedamos acompañando al hijo toda la noche. Gracias a Dios, en la madrugada el papá reaccionó, y más familiares llegaron para apoyarlo. El hijo, lleno de agradecimiento, nos llevó a casa para descansar. Mi amigo, después del viaje y todo lo que vivimos, cayó rendido y creo que sigue dormido. ¡Pobre amigo! ¡Vaya inicio de vacaciones!
El bromista comentó:
—¡Si fuera él, yo no despertaría hasta dentro de tres días!
Todos rieron a carcajadas.
Al escuchar la risa, los maestros se acercaron para ver qué sucedía y, al enterarse de la historia, felicitaron al joven sin pelo y dijeron a todos:
—”SE NECESITA MÁS AMOR PARA NUESTROS SEMEJANTES”, porque cada día estamos más deshumanizados.
Todos asintieron, diciendo:
—¡Es cierto!
Para mis queridos Ángeles Terrenales del Grupo Canica.
Cariñosamente, su bisabuelita Ana I.